Lleva y trae: Venezuela en las redes globales de desinformación y propaganda – Tony Frangie Mawad

Lleva y trae: Venezuela en las redes globales de desinformación y propaganda – Tony Frangie Mawad

Lleva y trae: Venezuela en las redes globales de desinformación y propaganda

    Tony Frangie Mawad

“Un mundo pluricéntrico y multipolar ya surgió”, afirmó Nicolás Maduro desde el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar –sobre una alfombra roja, rodeado por funcionarios en traje y militares con boinas rojas, y ante ventanales recubiertos por su rostro y el de Hugo Chávez– en junio del año pasado, “Todos son países emergentes del nuevo mundo que se está construyendo”. Maduro retornaba de una gira “euroasiática” en la que visitó un abanico de países con reyes y autócratas posmodernos entre el Magreb y Asia Central; como si fuesen miembros de una supuesta Internacional Autocrática. Apenas unos meses antes, los tanques rusos habían cruzado las estepas floreadas del Donbás en lo que parecía ser una apuesta por el fin del mundo unipolar: una puñalada al orden liberal, con sus organismos multilaterales y sus portafolios con palabras en inglés y sus centros mundiales de comercio, y al fin de la historia de Reagan y los Bush y los Clinton.

Para agosto, el gobierno de Venezuela –como en un escupitazo a cualquier acercamiento a la esfera occidental, constantemente pellizcándolo con menciones de “democratización” y “derechos humanos”– proclamaba irreverentemente a Barquisimeto como anfitriona de la séptima edición de los International Army Games: una competencia militar organizada por el Ministerio de Defensa de Rusia para el universo de países clientes, amistosos titanes anti-occidentales y nostálgicos soviéticos orbitando en torno a los sueños imperiales de Vladimir Putin. Con enormes fusiles y boinas de colores y tanques con camuflaje vibrante, los soldados de un puñado de países de Asia, la América Latina socialista y la ex-Unión Soviética compitieron junto a soldados venezolanos en una suerte de videojuego iliberal traído a la realidad.

Pero los coqueteos de Venezuela con “el mundo pluricéntrico y multipolar” –a las esferas de las estepas de Eurasia; sobriamente rechazando la hegemonía del Atlántico anglosajón– no se han limitado meramente a juegos militares o discursos calcados de Russia Today: también se encuentran en los vaivenes de la desinformación y propaganda digital, aspectos de nuestro Black Mirror en los que Venezuela se ha convertido en una punta de lanza. De hecho, los medios del aparato comunicacional del chavismo se han convertido en replicadores de contenido de los medios estatales rusos RT y Sputnik, que disponen de corresponsales, cuentas de redes sociales con alcance masivos, canales de televisión internacionales y cientos de trabajadores: según un informe de Transparencia Internacional, EsPaja, Probox y Cazadores de Fake News, los medios públicos venezolanos o cercanos al chavismo pasaron de mencionar alrededor de 20 artículos de RT y Sputnik al mes en 2019 a más de 500 para mediados del 2022¹.

Según la investigación, el impulso de las narrativas rusas precede a la invasión: “Esto venía por el impulso que tuvo durante la pandemia todo el tema de la [vacuna] Sputnik V donde la información [de medios públicos] que tenía que ver con vacunas se hacía replicando a RT y a Sputnik, la agencia”, dice Victor Amaya, periodista de TalCual y coordinador editorial del proyecto, “Evidentemente había un interés por decir que la vacuna que mejor sirve es la rusa que era la que finalmente iban a adquirir acá en Venezuela”. La Hojilla, dice Amaya, trataba de comparar la efectividad de la Sputnik contra la vacuna norteamericana de Pfizer. También, explica, hubo “aquel despelote” en torno a la vacuna inglesa de AstraZeneca, cuando el gobierno venezolano no autorizó la vacuna en Venezuela y se negó a recibirlas por medio del mecanismo Covax impulsado por la OMS.

El uso de la vacuna como soft power en América Latina no se limitó a Venezuela. “Alineó a Venezuela con México y alineó a Venezuela con, que estuvo encargada no solamente de hacer la traducción al español de todos los materiales científicos de la Sputnik V sino que además se anunció que en Argentina se iba a instalar una planta productora de vacunas”, explica Amaya.  Sin embargo, la planta todavía no ha sido concluida y la segunda dosis de vacunas Sputnik no llegó nunca a Venezuela.

Sin embargo, la replicación de contenido de RT y Sputnik empezó a dispararse a partir de noviembre del 2022, cuando las tropas rusas comenzaron a posicionarse, como un anillo, en torno a los bordes de Ucrania. La forma que la información es replicada por medios del estado venezolano o cercanos al aparato gubernamental –sobre todo Telesur, VTV y La Iguana pero también Últimas Noticias y Venezuela News– es “prácticamente un copia y pega”, dice Amaya. Pero el uso de estas plataformas rusas como fuente primaria de la información, explica el periodista, no se limita a repetir las narrativas rusas sobre su política exterior: “El contenido que produce RT es muy usado en medios oficiales como una agencia de noticias internacional, sobre lo que pasa en Francia, lo que pasa en Europa, lo que pasa incluso en Estados Unidos”, explica, “[los medios de Rusia] se han usado para hablar incluso de Juan Guaidó”. Según el periodista, esta estrategia busca “validar” narrativas pro-oficialistas al enmarcarlas como información de una agencia de noticias de prestigio internacional, como lo pueden ser Reuters, AP o AFP.

También, canales públicos como VTV, Tves, Vive TV y Conciencia TV han transmitido programas emblemáticos de RT, programas infantiles rusos e incluso un documental producido en Rusia sobre los bombardeos de la OTAN en Yugoslavia en los años noventa. También, el programa televisivo La Hojilla –históricamente uno de los instrumentos más incisivos del chavismo para descalificar a sus oponentes y promover la polarización como instrumento de movilización política– habitualmente lee titulares tomados de RT al ritmo de al menos entre 3 y 5 veces por emisión promedio, según el informe de Transparencia y los medios anti-desinformación, entre junio y julio del 2022.

La narrativa pro-rusa en medios del oficialismo venezolano es clara: la masacre de Bucha, por ejemplo, solo aparece en Telesur como un “episodio falso”, una “provocación por parte de Ucrania” y una “matanza de civiles con participación de organizaciones de DDHH”. En la página web de Venezolana de Televisión, la masacre es descrita como un “montaje de Ucrania” y una “presunta masacre”. En cambio, denuncia ataques de Ucrania contra civiles en la “República de Donestk” (un estado títere ruso en la Ucrania ocupada no reconocido internacionalmente), celebra victorias militares rusas, culpa a Ucrania de bloquear negociaciones de paz y habla de “el genocidio por parte de Kiev”. Incluso Últimas Noticias, un medio privado comprado por empresarios allegados al chavismo, habla de un “genocidio en Donbás” llevado a cabo por Ucrania como una de las razones que motivó la “operación militar especial” de Putin.

El propósito de esta replicación de narrativas responde a “generar una línea discursiva que de alguna manera esté apegada a los intereses rusos en América Latina y en el globo, pero también a los intereses de los aliados rusos”, dice Amaya, como Venezuela o Nicaragua: es decir, un rechazo a la narrativa occidental y a los reportajes de los grandes medios de las democracias liberales. Además, la coordinación de desinformación y propaganda es parte de un acercamiento mayor entre Rusia y Venezuela: ambos países han firmado más de 260 convenios bilaterales, incluyendo algunos en 2022 y 2023. De hecho, en octubre del 2021, se estableció un acuerdo interministerial en comunicaciones entre Rusia y Venezuela durante la XV Comisión de Alto Nivel Rusia-Venezuela. Sin embargo, explica Amaya, “los términos de los convenios que se han firmado, incluyendo la parte de las comunicaciones, no son públicos”.

Además, una Venezuela sancionada también sirve de instrumento narrativo para una Rusia también sancionada: “Rusia también es un país sancionado, Rusia también es un país que se enfrenta a Estados Unidos y Occidente y Rusia es un país donde hay un negocio petrolero importante”, explica Amaya, “Entonces hay como ciertas similitudes en la manera de entender ambos países” en los medios rusos y venezolanos. Incluso reportajes “críticos” de medios rusos como Lenta recurren a inexactitudes y visiones parciales sobre Venezuela que se acomodan a la narrativa promovida desde el chavismo y sus aliados: “En la década de 1990, grandes oligarcas compartieron el poder en Venezuela. Incluso entonces, la economía dependía en gran medida de la extracción de recursos, y todos los ingresos por la venta de petróleo se dividían entre las élites políticas. La corrupción y el nepotismo florecieron en el país, la estratificación social era monstruosa, los ciudadanos comunes eran pobres. La situación comenzó a cambiar cuando el carismático Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998”, se lee en uno de los reportajes de Lenta.

De hecho, explica Amaya, existe una suerte de simbiosis entre los medios del aparato comunicacional del chavismo y aquellos de Rusia. RT, por ejemplo, utiliza edificios públicos en Venezuela –como el estudio de Venezolana de Televisión– para transmitir y sus corresponsales Erika Ortega Sanoja y Jessica Sosa fueron integrantes de Venezolana de Televisión y Radio Nacional de Venezuela. Tampoco hay una pretensión de objetividad, tan típica de las agencias occidentales: Ortega Sanoja fue electa como diputada suplente del Partido Socialista Unido de Venezuela.

Según una fuente periodística anónima que trabajó en Telesur hasta 2014, consultada en el informe de Transparencia y demás organizaciones, “Telesur representaba el gran centro de acercamiento de otros países para llegar a América Latina. No había tanto un interés periodístico, sino por la construcción de la relación. De esta forma, Telesur sirvió de catapulta para la penetración de canales como RT o de medios árabes como Al Mayadeen”. Además, Telesur recibía como compensación cursos de capacitación y contenido ruso.

Nuestra América, nuestra desinformación

La difusión de notas y narrativas pro-oficialistas funciona dentro de un ecosistema de medios internacionales conectados que se citan entre sí o replican notas de uno y del otro. Este ecosistema2, que data de al menos 2003, incluye medios como La Pluma en España, El Popular en Uruguay, The Grayzone en el mundo anglosajón, Red de Solidaridad con la Venezuela Revolucionaria de Suecia, Debate Plural de República Dominicana, el Orinoco Tribune criollo, Declassified UK del Reino Unido y el medio gubernamental Misión Verdad. De hecho, según un reporte de la Universidad de Oxford³, Facebook registra a Venezuela como uno de los sietes países que participan en operaciones digitales de influencia en otros países y como parte de un grupo de países con ciber-tropas de “alta capacidad”.

Tales tropas funcionan distribuyendo “contenido a partir de la orden del Ministerio de Información que alinea a un montón de cuentas oficiales, no oficiales y algunas manejadas de forma medianamente robotizada”, explica Amaya. A las cuentas, por ejemplo, se les ordena una meta diaria de contenido y muchas –actualmente– se les paga por medio de bonos del Sistema Patria de pagos y beneficios estatales instaurado a partir del 2016.

Según una investigación coordinada por Transparencia, EsPaja, ProBox y Medianálisis, tal penetración en la red data desde el inicio de la presidencia de Nicolás Maduro cuando se buscó luchar contra la percibida predominancia de opositores y sectores críticos en las redes sociales. De hecho, en 2013, Maduro llamó a crear un “Twitter bolivariano” y dos años más tarde se creó una Red Patria con alternativas a Whatsapp, Facebook y Twitter lla- madas Nido, Colibrí y Cardenalito. Ya para 2017 se había filtrado un manual de acción de un “ejercito de trolls” de la Revolución Bolivariana promovido por la Gran Misión Justicia Socialista. Tal ejército estaba dividido en escuadrones, pelotones, compañías, batallones y brigadas: esta última subdivisión con hasta 500 personas y 11.500 cuentas. El éxito de las tropas digitales del gobierno venezolano ha sido tal que en Cuba se han detectado operaciones de contra-propaganda castrista, en torno a las protestas del 2021, “que replica mucho los métodos que hemos estudiado acá”, dice Amaya.

De hecho, explica Iris Puyosa, experta en operaciones de información y senior research fellow en el Atlantic Council, las operaciones coordinadas desde Venezuela se han vuelto frecuentes en América Latina. “Hay evidencia creciente de participación de campañas coordinadas desde Venezuela en distintos procesos en Latinoamérica, tanto en protestas como en procesos electorales”, explica Puyosa. Según la experta, estas operaciones de cuentas coordinadas desde Venezuela han figurado en momentos donde ciertos gobiernos salen del poder por distintas razones: la salida de Evo Morales en Bolivia, por ejemplo, o de Pedro Castillo en Perú. También, explica, se han registrado operaciones en Honduras, Colombia, Ecuador, Argentina y Chile. “En algunos casos de apoyo a sus aliados, en otros casos de ataque a los adversarios de sus aliados”, dice.

Aunque es una actividad constante, se desconoce si es creciente: pero su detección sí lo es. Además, hay otros casos en los cuales hay participación de actores venezolanos pero las operaciones parecen coordinadas desde otros países. Y no es un fenómeno aislado: según una investigación del 2022 del observatorio digital Probox, Venezuela coordina sus campañas de desinformación con otros regímenes autoritarios de la región. Según la investigación, 22 etiquetas fueron tendencia en simultáneo en Venezuela, Cuba y Nicaragua con más de 3 millones 799 mil 612 tuits. “La coordinación entre esos países no es solo militar o ideológica, sino también en redes sociales”, explicó la directora de Probox María Virginia Marín al medio Divergentes.

Y la penetración digital del estado venezolano no se limita a la América Latina. Según datos de Twitter Elections Integrity, las operaciones digitales venezolanas en la campaña presidencial de Estados Unidos del 2016 –y en el mes posterior a las elecciones– tuvieron más exposición que las operaciones de China e Irán. Sin embargo, las operaciones de Rusia fueron más significantes que la de los otros tres países combinados.

El Club de los Iliberales

Aunque información de los medios oficiales de Venezuela aparece ocasionalmente en medios pro-iraníes o simpatizantes del grupo paramilitar libanés Hezbollah como lo son Al Mayadeen o Al Manar, la narrativa pro-chavista o estrechamente ligada al gobierno venezolano no es tan frecuente en las agencias de otros países autoritarios o grupos que se proclaman anti-occidentales o anti-capitalistas. “China tiene la agencia Xinhua”, explica Amaya, “Pero no tiene la misma cantidad, no tiene la misma presencia, el mismo impacto, el mismo despliegue en los medios públicos como lo tiene RT o Sputnik”. La agencia turca Anadolu, incluso, publica contenido que no es precisamente favorecedor para el chavismo. Según Amaya, la replicación de los medios estatales venezolanos con agencias de otros países amistosos más allá de Rusia se ha limitado a informaciones pertinentes a esos países: por ejemplo, visitas estatales del líder chino Xi Jinping.

Sin embargo, pareciesen existir casos de cooperación entre Venezuela y sus aliados internacionales en campañas de propaganda o desinformación digital. Por ejemplo, miembros y simpatizantes del partido gobernante de Turquía –el Partido de la Justicia y el Desarrollo, al que pertenece el presidente Recep Tayyip Erdogan, cercano al chavismo– coordinaron contenido en Twitter a principios de 2019 con funcionarios del gobierno de Venezuela, como Jorge Rodríguez, como parte de una campaña titulada #WeAreMaduro en apoyo a Maduro luego de la proclamación presidencial de Juan Guaidó. “Tuiteaban las mismas cosas, se retuiteaban”, dice Puyosa, “Fue una campaña realmente espectacular”.

Sin embargo, hay posibles indicios de coordinación entre Venezuela y otros regímenes autoritarios para interferir digitalmente en procesos electorales y conflictos políticos extranjeros. De hecho, la intromisión digital de Venezuela por medio de bots y trolls en la política de otros países ha sido documentada. Estas cuentas “amplifican, por ejemplo, videos que han sembrado en Youtube o estas páginas de pseudonoticias que tienen contenido falso”, explica Puyosa, “En otros casos lo que hacen es meterse en conversaciones sobre temas de actualidad con argumentos extremistas y con insultos, con ataques a los actores políticos, a los periodistas, a los activistas, generando un ambiente de toxicidad y de polarización” más allá de buscar generar un impacto real sobre las dinámicas electorales.

De esta forma, se genera más conflicto interno en otros países con la intención de desestabilizarlos: “incrementan la polarización, generan un ambiente de crispación, generan dudas en la veracidad de información que circula y desconfianza en los medios y en los actores políticos”, dice Puyosa. El resultado, al amplificar posiciones extremistas y acabar con la posibilidad de discusiones que buscan consensos o “desacuerdos civilizados”, es desconfianza en las instituciones políticas de esos países y una visión en la que otros bandos políticos son enemigos.

Una operación documentada por los Elections Integrity Datasets de Twitter se centró en las elecciones de medio mandato de Estados Unidos del 2018, cuando se documentaron 764 cuentas venezolanas que pretendían ser estadounidenses e incentivaban a la polarización en Estados Unidos. “Eran cuentas MAGA [Make American Great Again] y otro conjunto de cuentas eran Black Lives Matter”, dice Puyosa, “Es la misma estrategia que se ha utilizado en Venezuela desde hace mucho tiempo, haciendo cuentas que son de oposición extremista y cuentas del chavismo enfrentándose en Twitter”. Sin embargo, llama la atención que también se identificaron cuentas iraníes y cuentas rusas “haciendo cosas similares, pero no es claro que haya coordinación”, agrega.

En el referéndum catalán de 2017 también hubo evidencia de coordinación digital entre cuentas manejadas por venezolanos e independentistas catalanes, explica la experta. “La campaña la hizo la misma empresa que hizo el VenApp”, una aplicación del gobierno venezolano, explica Puyosa. En Honduras, también hubo evidencia de coordinación entre actores venezolanos y la campaña de la actual presidenta Xiomara Castro, dice.

Además, el gobierno chileno realizó en 2019 un estudio analizando los mensajes que se divulgaron por las redes sociales durante las protestas que vivió Chile ese año, concluyendo que muchos provenían de Moscú y de Caracas. Sin embargo, para Puyosa, es un caso “bastante controversial” pues las conclusiones entre una empresa privada contratada por el gobierno chileno, una universidad chilena e investigadores independentistas han sido diferentes entre si sobre si hubo un esfuerzo coordinado y cuál fue el impacto de esa campaña. “Allí no hay como un consenso que te permita ser contundente en la afirmación de que allí hubo una presencia importante de operaciones venezolanas”, explica.

Venezuela se arregló – en la India

Las operaciones coordinadas por actores venezolanos también buscan impulsar otros tipos de narrativas ligadas al gobierno venezolano. Después de meses de rumores impulsados por cuentas aleatorias de música en las redes sociales, el medio estadounidense MarketWatch publicó un comunicado de prensa el 25 de abril del año pasado anunciando que “Coldplay se presentará por primera vez en Venezuela”. Según la publicación, el concierto estaba siendo producido por Solid Show Productions y se llevaría a cabo el 28 de septiembre en la Hacienda Santa Teresa, una finca turística propiedad del ron Santa Teresa. El comunicado de prensa incluso citaba a Juan Carlos Araujo, presidente de Solid Show. Pero había un detalle: Araujo fue arrestado en 2015 y sentenciado a 20 años de prisión por tráfico de drogas y lavado de dinero. Solid Show había estado inactivo durante siete años. Santa Teresa pronto desacreditó la noticia. ¿Por qué MarketWatch, un prestigioso sitio financiero propiedad de Dow Jones & Company, publicó esta obvia farsa?

La verdad es que MarketWatch lo tomó de COMTEX, un distribuidor de noticias en línea que lo tomó de Vehement Media: un servicio indio de distribución de comunicados de prensa. De hecho, la ciudad mencionada en el comunicado de prensa fue Coimbatore, en el sur de la India. El contacto con los medios era alguien llamado Pranesh Balaji, que trabaja en Amazon Web Services y vive en Coimbatore según su LinkedIn. Sin embargo, los detalles del comunicado de prensa falso eran bastante venezolanos: mencionaba a TicketMundo y a la banda local Tomates Fritos. ¿Por qué una distribuidora de comunicados de prensa de Coimbatore publicó un comunicado claramente escrito por un venezolano sobre un concierto en Aragua?

Por supuesto, la posibilidad de una mera broma siempre está ahí, pero uno tiene que preguntarse si las intenciones detrás del comunicado de prensa eran políticas, al son del nuevo mantra madurista de la “recuperación económica”. La nota de prensa, de hecho, mencionaba el inexistente concierto como “un hecho destacado en la historia del país” que atraería a asistentes de países vecinos. ¡Venezuela se arregló!

De hecho, esta narrativa de recuperación y patriotismo ha sido impulsada por relatos y “periodistas” que no tienen vínculos explícitos con el gobierno o los medios estatales. Por ejemplo, la autoproclamada periodista Vanessa Ortiz –quien aparentemente no tiene vínculos explícitos con ningún sitio o medio– publicó videos en Twitter para demostrar que el país no está bajo un supuesto régimen autoritario. “Todos los fines de semana, el «régimen» de Maduro «reprime» a los venezolanos”, tuiteó con un video de TikTok que muestra camionetas y gente de fiesta en una playa venezolana.

Y es que, como demuestra la publicación de una nota de prensa en inglés o los mensajes dirigidos a extranjeros que buscan invisibilizar la existencia de un régimen autocrático en Venezuela, el mensaje de “Venezuela se arregló” parece estar también apuntando al exterior: parte de la maquinaria de propaganda y desinformación del oficialismo con la intención de promover narrativas positivas en torno a Venezuela, que ha ganado la imagen de desastre económico y humanitario en el mundo, y limpiar la imagen del gobierno de Maduro en un momento en el que desesperadamente busca legitimidad internacional.

La Serie del Caribe celebrada en Caracas, por ejemplo, fue usada para promover esta narrativa en Twitter: según investigaciones del observatorio digital Probox, al son que los docentes y el sector público organizaban protestas en las calles, el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información y sus tropas tuiteras posicionaron una serie de etiquetas que promo- vieron una narrativa sobre “disfrute y alegría nacional” –en un momento de relevancia deportiva internacional, con los ojos de la región puestos en el nuevo estadio de La Rinconada, y con cientos de turistas de países caribeños en el país– al punto que 96% de los tweets en torno a la Serie del Caribe provenían de posibles cuentas automatizadas.

De hecho, la Serie del Caribe figura en otro icónico episodio de propaganda oficialista en torno al “Venezuela se arregló”: el uso de supuestos periodistas angloparlantes, creados con el software de inteligencia artificial Synthesia, que narran el supuesto bienestar del país en un noticiero digital llamado House of News. Allí, en forma de insertos publicitarios de Youtube y como contenido de esa red y de TikTok, los avatares acusaban a los medios internacionales de promover una narrativa falsa sobre la “destruida” economía de Venezuela –remarcando, en cambio, una ocupación hotelera al máximo por los carnavales o las supuestas ganancias que generó la serie de béisbol–. Los videos, que generaron cientos de miles de vistas, también fueron difundidos por Venezolana de Televisión. Allí, en perfecto inglés, los avatares periodistas nos remarcaban que Venezuela se arregló.

Pero ¿con qué propósito? El uso del inglés y el uso de avatares pretendiendo ser rubios o negros periodistas anglosajones parecen indicar que estas narrativas sobre un repunte económico general y el éxito de una serie de béisbol internacional –rechazando a su vez los reportajes de los medios periodísticos sobre la contracción masiva de la economía venezolana en los últimos años– buscan una proyección internacional que limpie la imagen del gobierno y el estado del país: lejos de la autocracia aislada, que atraviesa una crisis humanitaria compleja, que los medios internacionales y los medios nacionales independientes han retratado en la última década.

La República de la Desinformación

En ocasiones, Venezuela se inserta en las redes globales de desinformación y propaganda digital de formas inesperadas. En julio del 2022, una investigación del Digital Forensics Lab y el medio Animal Político encontraron una red de desinformación y propaganda integrada por 114 sitios web creados por cuatro personas asentadas en Venezuela que emplearon plataformas de empresas con dueños de origen turco y que promocionaron narrativas domésticas de México, El Salvador, España y Perú. Utilizando cuatro mil grupos de Facebook, con al menos 147 millones de suscriptores, la red distribuyó información falsa.

La mayoría de las narrativas se alinearon con los intereses del gobierno venezolano: en México las cuentas promovieron con fake news la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador, en Bolivia publicaron información falsa en contra de la presidenta interina Jeanine Áñez, en España atacaron a legisladores de los partidos Vox y Partido Popular –celebrando a los partidos Podemos y el Partido Socialista Obrero Español– y en Perú promovieron al gobierno de Pedro Castillo. Sin embargo, un caso sobresalió: en El Salvador, las cuentas promovieron y celebraron al gobierno de Nayib Bukele, enemistado con el chavismo y contando con asesores provenientes del partido opositor de línea dura Voluntad Popular. ¿Por qué esta disonancia?

La respuesta yace perdida en los turbios canales de la desinformación y la propaganda digital que entran a Venezuela y salen de ella: como un río turbio que se expande, carcome y empalaga el ciberespacio de otros países. Así, Venezuela –entre los campeones mundiales de la desinformación; entre los grandes ejércitos de trolls del universo– promete convertirse en un ágora de noticias falsas, de escándalos manufacturados, de avatares malignos de la inteligencia artificial y de una multitud fantasma de diez mil cuentas manejadas desde la oficina oscura y húmeda de algún ministerio en Caracas o en Moscú o en Estambul que acosan y gritan y carcomen: en nuestro ciberespacio, como una monstruosidad que se devora a sí misma, la extrema izquierda anacrónica la extrema derecha posmoderna y la necrofilia ideológica y la propaganda de políticos de pacotilla y el chisme farandulero de burdel y la revista Ronda y la Misión Verdad y Sputnik están destinados a convertirse en uno solo.

 

1 https://transparenciave.org/rusia-y-venezuela-aliados-para-desinformar/

2 https://proboxve.org/en-US/publicacion/portales-de-la-mentira-como-es-el-enjambre-internacional-de-medios-independientes-al-servicio-de-las-narrativas-chavistas

3 https://demtech.oii.ox.ac.uk/wp-content/uploads/sites/12/2019/09/CyberTroop-Report19.pdf

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