Retos de la participación política. Desde mi experiencia… – Liz Carolina Jaramillo E.

Retos de la participación política. Desde mi experiencia… – Liz Carolina Jaramillo E.

Retos de la Participación Política desde mi experiencia…

     Liz Carolina Jaramillo E.

La participación política de las mujeres es un hecho necesario, cada vez más, en la evolución cultural y política que venimos atravesando. Si queremos lograr la construcción de sociedades más justas, pacíficas e igualitarias, es necesario que ese más del 50% de la población mundial esté en cada espacio de poder y desde la perspectiva de las mujeres intervenir en la toma de decisiones como mujer y como representación de la otra mitad de la población.

Los parlamentos son representación de nuestra democracia, como está nuestro parlamento, del mismo modo, está nuestra democracia. 

Cuando las mujeres decidimos participar en política debemos enfrentar muchos obstáculos, pero ciertamente hay que tener conciencia de igualdad, de inclusión para notarlos. Muchas veces siendo nosotras las víctimas de estos escenarios de injusticia no observamos lo que pasa, no lo condenamos, no lo rechazamos y lo normalizamos.

¿Cómo llegué a diputada?

Mi experiencia en el escenario Parlamentario Nacional fue algo muy productivo, siento que crecí mucho como política como servidora pública y entendí el rol que definitivamente debemos ocupar cada uno de nosotros y nosotras en los espacios de lo público. Permitir el equilibrio en cada escenario, ser voz y representación de quienes confían en nuestro liderazgo, en nuestro actuar.

Siempre había trabajado en espacios del quehacer político desde mi época de dirigente estudiantil, buscando soluciones para hacer más feliz, menos dura la vida de los estudiantes “Sansebastianeros”, logrando rutas de transporte, beneficios sociales para los estudiantes. Luego trabajé al lado del Gobernador del Estado Guárico, en su despacho, como su asistente, llevaba su agenda, coordinaba junto con un gran equipo las giras por el estado, desde los 19 años hasta los 23 años. 

Paralelamente a este trabajo acompañaba a quien ya era mi esposo en el momento, en su aspiración por ser alcalde del Municipio San Sebastián, al sur del Estado Aragua, obteniendo el triunfo afortunadamente. Me dediqué a cumplir el rol de acompañar su gestión, gerenciar el brazo social y asumir por primera vez en la historia del municipio el liderazgo de una mujer joven y con capacidad de servicio en la gestión municipal. 

Después de dos periodos en esta responsabilidad, me buscaron de mi organización Política Primero Justicia para conformar la maqueta electoral a la Asamblea Nacional por el Circuito 4 del Estado Aragua, circuito que durante 19 años había sido representado por un hombre del partido oficial, y que ahora sería un circuito plurinominal, que arrojaría, dos escaños principales y dos suplentes a la Asamblea Nacional. 

En este dilema me encontraba, me negaba a aceptarlo, algo realmente retador para mí, me asustaba mucho, me resistía a la idea, sin embargo, terminé aceptando. Quien fungía como mi jefe de campaña en el momento me dijo una frase que siempre quedó grabada en mi memoria “No es lo mismo pedir el agua que repetirla”.

Siempre estaba en el equipo de acción política, de servicio, de articulación, de organización, pero no era yo la del liderazgo, no era yo la figura, me correspondía en este rol ser yo quien dirigiera las palabras, el discurso a multitudes, concentrar sus emociones, sus sentimientos con los míos y a pesar de ser parte de una campaña de unidad nacional, muy bien diseñada y articulada estaba enfrentado un escenario nuevo para mí.

Llegar a la Asamblea Nacional, me sorprendió. Subestime nuestro triunfo. La contienda electoral contra el régimen siempre sabemos que está contaminada, cargaba de mañas y siempre albergan el temor de que tu triunfo, o el triunfo de una fórmula perfecta en este caso, no fuera reconocido; sin embargo, sí nos reconocieron el triunfo y empezaron las reuniones y la organización de los equipos de trabajo para la formación de nuestra responsabilidad parlamentaria. 

Allí mi organización, Primero Justicia, tuvo un rol muy importante por lo que agradezco cada día ser parte de un equipo que te considera, te forma, te acompaña; que con humildad y desprendimiento quienes tenían ya experiencia en el rol legislativo te orientaran.

A pesar de que en mi entorno confiaban mucho en mí, en mis capacidades y mi experiencia, yo sentía que estaba en un espacio nuevo y desconocido. Definitivamente lo era, sin embargo, sabía que debía estar a la altura de mi compromiso. No niego que el ambiente fue difícil, periodistas, asistentes parlamentarios, equipo legislativo, en ocasiones muy gentiles y colaboradores, pero en otras ocasiones me encontraba con quienes subestimaban mis capacidades, notaban mi inexperiencia y en tonos y gestos burlones menospreciaban mi necesidad de conocer y aprender. Entendí que debía aprovechar el espacio ganado para servir 

Mi compromiso con la igualdad de oportunidades

Gracias a las relaciones ofrecidas desde la Asamblea Nacional y desde el acompañamiento de mi partido, comencé a recibir invitaciones para formarme en el feminismo, la igualdad, la participación política de la mujer. 

Siempre me invitaba y acompañaba Elaisa Ferris, Secretaria de Familia del Partido. Desde entonces pude tener acercamiento con figuras y mujeres de la política muy admiradas e importantes para mí como Evangelina Garcia Prince, ex senadora, socióloga, antropóloga y activista feminista; Natalia Brandler, Presidenta de Asociación Cauce dedicada a la formación de mujeres en la política y Susana Reina, de Feminismo Inc, psicóloga, coach y a quien luego escogí como mi mentora. Este fue un gran aprendizaje, entender la importancia del mentoring como herramienta transformadora del desarrollo profesional y sobre todo en el área de lo político.

Al estar en medio de este equipo y de permanentes formaciones sobre la importancia de las mujeres en igualdad para avanzar en su posicionamiento, entendí que tuve grandes oportunidades en mi vida, que he llegado a ocupar escenarios donde me lo he ganado por mi conducta y mi desarrollo profesional, pero también porque he tenido oportunidades que muchas mujeres en mi país no tienen y ahí empecé a entender la necesidad de desarrollar propuestas y acompañamientos para impulsar la participación política de las mujeres de mi país, accionado desde diversos espacios pero sobre todo desde mi organización política. 

Entiendo que es desde los espacios de organización política donde se estructuran las propuestas para conquistar el poder y hacer de éste el servicio para atender los problemas de la sociedad.

Es necesario que además de promover y desarrollar la temática sobre la participación política de la mujer, debemos mantener nuestra presencia en otras áreas como la ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas y de manera general en el ámbito académico. Fijar nuestra atención en mujeres que no solo están en lo que se denominan ciencias blandas, sino también en áreas mencionadas que son conocidas como ciencias duras.

El techo de cristal en la política

Toda esta experiencia me hizo entender que las mujeres cuando decidimos participar en política enfrentamos grandes obstáculos, pero yo quisiera hablar de tres de ellos, el primero sería el obstáculo de partida, atreverse a tomar la decisión, desarrollar las habilidades para estar en lo público, nos encontramos en un escenario con poco conocimiento, para el cual estaremos muy preparadas académicamente, pero es desconocido.

El segundo obstáculo, es el de lo cultural, los estereotipos “con quien dejará los hijos… llegó aquí porque es la mujer de…”, las familias cuestionan el prestigio por ser mujer política.

El tercer obstáculo, es el de la permanencia, donde nos encontramos ante acciones con las que no estamos identificadas y nos alejan de lo público y decidimos retornar al escenario privado. Esto es violencia política, cuando una mujer toma una mala decisión es mucho más condenada, más señalada que un hombre. El costo personal de terminar divorciadas o con familias destruidas.

Pertenecemos a sociedades patriarcales con roles muy marcados de lo que deben hacer los hombres y lo que deben hacer las mujeres.Las mujeres hemos avanzado aceleradamente para posicionarnos en el escenario laboral, pero sobre todo recargándonos de roles sexistas (el trabajo, las labores de cuidado, los hijos, los padres, la comida, la limpieza, etc.)

Mi situación no ha sido distinta: estar en un escenario laboral y político tan comprometido siempre me obligó a construir un importante equipo de apoyo, que me permitiera atender a distancia mi rol de madre, colaboradora de las tareas de mis hijos en el colegio y además de hija con atención permanente a mis padres.

Construir una democracia paritaria es mi compromiso

Una sociedad que se precie de ser democrática debería hacer todo lo posible y necesario para que las mujeres no se sientan discriminadas por estar en el espacio público y también que los hombres se sientan cómodos en el espacio privado del hogar y el cuidado de los hijos.

Las mujeres no somos una representación social, no somos una minoría, somos más del 50% de la población mundial. Por ello, es necesaria la intervención del Estado, entendido como el conjunto de instituciones que logran el desarrollo de la sociedad, implementando acciones afirmativas. Así el Estado reconoce que ha habido discriminaciones históricas y muestra voluntad política de rectificarlas. Estas acciones afirmativas más comunes son las leyes de cuotas que buscan avanzar hacia la paridad absoluta.

Las cuotas o paridad sí han generado cambios en los países que las han establecido, países como México y España, con representación media, se han logrado acciones afirmativas con un piso del 30% que lo han mal asumido como un techo y no como una cuota mínima.

El rol protagónico de los partidos políticos

Esta experiencia de participación política parlamentaria me permite además entender que es a través de los partidos políticos que podemos generar los cambios para la propuesta a nuestra sociedad. Los partidos políticos están atravesando crisis de credibilidad y justamente el aplicar estrategias inclusivas a mujeres en cargos directivos y de decisión es una estrategia inteligente para sobreponerse.

Los partidos políticos son organizaciones de la sociedad que quieren hacerse del poder, que pueden influir en mitigar las discriminaciones a la mujer en sus estructuras de funcionamiento.

Los partidos políticos no solo deben incorporar a mujeres en sus estructuras administrativas y de toma de decisiones, es necesario que generen propuestas y programas específicos que consideren las necesidades, expectativas e intereses de las mujeres para ser organizaciones realmente inclusivas.

Los partidos políticos son expresión social de las voluntades de la gente, con la que tienen cosas en común, con la cual imaginan un modelo de sociedad, Si este modelo no incluye expectativas, necesidades o intereses de las mujeres sería un programa excluyente 

Los partidos políticos como generadores de opinión deben poner en agenda pública los temas de las mujeres: 1. Incluir en la propuesta general del partido el tema. 2. Hacer que las y los candidatos mencionen o se refieran al tema. 3. Manifiesto en los estatutos de los partidos políticos. 4. Cuando ganemos las elecciones las y los electos tengan el compromiso de generar espacios de participación e inclusión de las mujeres. 

Es vital garantizar que los partidos políticos sean espacios sororos para las mujeres, para que se mantengan activas dentro del mismo en época electoral o no. 

Hombres y mujeres en pro de una agenda común

Las mujeres debemos desarrollar una agenda común a través de nuestras organizaciones de militancia, dirigida a sensibilizar sobre la necesidad de alcanzar juntas más espacios de decisión. 

Las mujeres empezaremos a romper barreras o superar obstáculos a medida que nos eduquemos más; cuando una de nosotras se educa y sensibiliza, educa y sensibiliza a un hermano, un hijo, a otro hombre. Las desigualdades no se superan solas, hay que generar políticas para avanzar.

La noción de liderazgo ha evolucionado, del modelo jerárquico directivo al modelo consciente del liderazgo de servicio y allí, hombres y mujeres tenemos mucho que aportar si nos unimos en red por un fin común. Es mi misión de vida y por ello seguiré trabajando.

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