Ricardo del Búfalo: “La cultura debe interpelar a la sociedad” – Paola Bautista de Alemán

Ricardo del Búfalo: “La cultura debe interpelar a la sociedad” – Paola Bautista de Alemán

Ricardo del Búfalo: "La cultura debe interpelar a la sociedad"

     Paola Bautista de Alemán

Los testimonios son fuente extraordinaria para comprender la hora presente y avanzar en la difícil tarea de reconstruir lo vivido. En esta edición de Democratización, dedicada a la cultura, hemos vuelto con renovado empeño a esta idea que nos mueve desde nuestros inicios. Cuando el horizonte luce difuso, vemos con especial importancia nuestra tarea de recoger el presente con el propósito de custodiar el pasado y construir futuro. 

Movidos por esta intención, sostuvimos una conversación con Ricardo Del Bufalo. Ricardo es un joven guaro que nació el 02 de diciembre de 1991 en Florencia, Italia. Tres meses después de llegar a este mundo, “emigró” junto a su familia a Venezuela. Y tres días después del golpe de Estado que lideró el teniente coronel Hugo Chávez Frías el 04 de febrero de 1992, aterrizó en Maiquetía. Por eso, no duda en afirmar con cierta desilusión: “Yo nací con el chavismo. De alguna manera, esto ha marcado mi vida”. 

Se define como comediante. Es guionista, comunicador social y tiene amplia experiencia en el mundo digital. Compone, hace Stand up comedy, dicta talleres, escribe y va dejando rastros de la Venezuela que le tocó vivir. Lo que pasa en el país no le es indiferente. En 2021, sacó el álbum “Venecadencia”. Se podría decir que le dio ritmo y le puso letra a la crisis humanitaria compleja que aún hoy nos afecta. En esta conversación, hablamos sobre ese disco y sobre otros temas. 

Sin duda alguna, el título “Venecadencia” es un guiño a José Rafael Pocaterra. ¿Cómo llegaste a esa referencia?

Descubrí a Pocaterra cuando tenía 15 años. Cuando lo leí por primera vez, pensé: “Qué bolas que esto pasó en nuestro país. Ojalá nunca más nos pase”. Pero años después, ocurrió. Llegó el chavismo y los presos políticos… todos los horrores que narró Pocaterra volvieron a Venezuela. Y, revisando el texto a lo largo de los años, me encontré con el pasaje del Dr. León. El Dr. León estaba preso y todas las mañanas uno de los esbirros se le acercaba para pedirle que le contara un chiste. Y el Dr. León siempre le echaba un chiste. Pocaterra no explica por qué lo hacía. Quizás era por miedo… pero lo cierto es que eso hacía que el opresor se riera. Y esa risa, los humanizaba. Porque el Dr. León se esforzaba por interactuar y, durante esos minutos, el guardia lo veía como un ser humano. 

La risa compartida hacía que el guardia viera en el Dr. León a una persona y no a una cosa que estaba amarrada a un grillo. Igual eran crueles con él. Pero la risa compartida los humanizaba. Esa risa generaba una conexión que es importante. Porque es muy fácil para el enemigo destruirte si te considera un perol. La humanización es el inicio de una posible salvación, porque lo compartido sienta las bases para un posible perdón. La profundidad de este pasaje me hizo comprender que podemos usar la risa para resistir a los opresores de hoy. Y, a pesar de que la referencia a Pocaterra puede ser muy pesimista, Venecadencia viene a dejar una fotografía de estos últimos tres años. Dentro de diez o veinte años, cuando alguien escuche el disco, volveremos a lo que sentíamos y pensábamos en ese momento. Nos volveremos a preguntar qué pasó. Son las memorias de nuestra Venezuela en decadencia. 

En algunos sentidos, el contexto que inspiró Venecadencia ha cambiado. ¿Qué ha cambiado en el país en 2022?

Comencé este año haciendo canciones de “Morat” y sobre problemas de convivencia que tengo con mi novia. Me dediqué a darle humor a mi cotidianidad. Decidí tratar de vivir sin amargarme la vida. Pero, eventualmente la política llega a tu vida privada. Y esto ya nos pasó. Durante años, la gente trató de vivir su vida sin pararle a Chávez, pero Chávez llegó a ellos. Nos tocó la puerta y nos escoñetó la casa con una tanqueta. Si hacemos un poquito de memoria, nos queda claro que no podremos escapar por siempre de esta situación. Pero sí es verdad que estoy cansado. Por eso, pienso que 2022 es el año del cansancio, del silencio y de hacernos la vista gorda. Pero no sé si esta posición frente a la realidad se puede sostener en el tiempo. Porque, como te digo, tarde o temprano la política toca a tu puerta, irrumpe y te invade. 

¿A qué “realidad difícil” te refieres cuando hablas de 2022? 

Creo que es difícil porque es el año en el que decidimos hacernos los bobos frente a lo que pasa en el país. Por ejemplo, este año abro mis shows con este chiste: “Hay muchos negocios raros en Caracas y me invitaron a hacer un show en un lugar que no me generaba confianza. Era una cafetería rosada, pomposa, rara… entonces, le dije a mi productora que les cobráramos el doble para que no nos contrataran. Pero, aceptaron. Nos volvimos a negar… ¿Quién paga esa cantidad de dinero por un show? Y nos ofrecieron el triple. Y mira… el show estuvo buenísimo. El sr. Tarek es muy amable y simpático”. Creo que ese chiste resume bastante bien el momento que estamos viviendo. Es una referencia a lo difícil que es identificar qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Ese es nuestro país en 2022. Este año nuestro conflicto es moral. 

Y ¿cuál es la reacción de la gente cuando echas ese chiste?

Se ríen… se ríen duro. Porque la gente entiende. La gente entiende esa tensión. Todo el mundo ha pasado por algo así. Estoy seguro que todos hemos pasado por ese dilema moral. 

¿Cuál crees que es el rol de la cultura frente a ese desafío moral que describes?

Hay un ámbito de conciencia personal. Por ejemplo, cuando a mí me llama un cliente nuevo me dedico a averiguar quién es, qué hace… busco referencias y me informo. No solo por el tema moral, si no por seguridad. Pero, la realidad es que muchas veces uno no sabe quién es quién y… ¿qué puede hacer uno? Como sociedad, ¿qué podemos hacer? ¿A cuál termómetro moral podemos acudir en estos momentos? ¿Hay enchufados malos y enchufados buenos? ¿Cómo enfrentar este contexto tan gris y complejo? Porque la realidad es que, para quienes vivimos en Venezuela, no hay manera de escapar a esta complejidad. Por eso creo que el desafío, antes de ser social, es personal. Tenemos que debatirnos internamente sobre lo que está bien y sobre lo que está mal. 

La economía impulsa modos de vida y los modos de vida generan cultura: ¿Qué tipo de cultura crees que está creando esta economía marcada por lo ilícito y lo irregular? 

A mí me da miedo que emerja una cultura acomodaticia y conformista. Me preocupa que nos silencie un bozal de dólares. Que nos callemos porque todos sabemos que todos –queriéndolo o no- estamos llenos de barro y formamos parte de un sistema que nos arrastra. Creo que cuando esto termine no habrá nadie pulcro ni impoluto. Porque la realidad es que cuando el dinero de la corrupción se lava, puede llegar a ser la limosna que recibe un cura en misa.

Volviendo a Venecadencia: ¿Has notado que la reacción del público frente a las canciones que incluye este álbum ha cambiado con el tiempo? ¿Has notado alguna diferencia? 

Hay de todo. Por ejemplo, recientemente me pasó que canté “Testaferro de tu amor” y, al terminar el show, un muchacho me dijo lleno de orgullo: “Esa canción me encanta porque es mi historia”. Y yo pensé: “Creo que no estás entendiendo el propósito de la canción…”. Esa canción hace alusión a un cantante de merenguetón relacionado con la dictadura. Nunca pensé que eso podía ser motivo de orgullo para nadie. Pero, es un signo de los tiempos que estamos viviendo. También he visto que las canciones políticas le fastidian a la gente. 

¿Por qué crees que ocurre eso?

Creo que el problema de 2022 es el que chavismo ganó. A pesar de que no está estable, de que no está en su mejor momento… hay la percepción de que el chavismo nos derrotó. Y no me refiero a lo electoral. Me refiero a lo moral. Nos derrotaron en lo moral. Nos cansamos de seguir batallando moralmente en contra de ellos. Y no nos cansamos porque somos cómodos o flojos. Nos cansamos porque lo hemos dado todo y nos superaron. Entonces, decidimos resistir en nuestro espacio más íntimo y echar para delante de la mejor manera posible. 

En Venecadencia hay una canción que se llama “Antes del abismo” y describe lo que era el país antes de la destrucción que hemos vivido. ¿Aprendimos a vivir en el abismo?

Sí, aprendimos a vivir en el abismo. Y en el abismo hay maticas que crecen, luces que se cuelan… en el abismo pasan cosas buenas. 

Por cierto, esa canción refiere al chavismo, ¿cierto?

(Risas) Esa es tu opinión…

¿No refiere al chavismo?

(Risas) Sí, refiere al chavismo. De hecho, se llamaba “Antes del chavismo”. Pero me autocensuré y le cambié el nombre a “Antes del abismo”. Esa canción narra el antes, el durante y el después de abismo. Es una canción esperanzadora. 

Hablando de autocensura, ¿has sentido ese peso al momento de componer o presentarte?

Si. Eso siempre está presente. Es una constante. Una vez, por ejemplo, después de un show se me acercó un familiar de un chavista de alto nivel y se me presentó. No me dijo nada con respecto a las canciones, solo me dijo: “Soy familiar de esta persona”. Fue raro. Yo me preguntaba: ¿Para qué se me acerca? ¿Para qué me dice que es familiar de esta persona?   

¿Qué le dijiste?

(Risas) Bueno… intenté caerle a labia. Quería decirle: “Todo lo que dije fue mentira, el amor todo lo perdona… tenemos diferencias… las críticas son buenas para el gobierno”. Evidentemente no lo hice. La saludé y ya. Pero fue un acto de intimidación. Es un aviso de que ellos están en control. Tienen el poder. Entonces… qué hago yo con eso ¿Me callo? ¿Dejo de ponerme en riesgo innecesariamente? ¿Eso me hace sentir mejor? No quiero. Ciertamente, puedo temer por lo que yo diga y actuar con prudencia. Pero caer en la autocensura es muy duro. A mí no me gustaría callarme. No me gustaría ser un bufón. 

Venecadencia habla de una decadencia que es material: cortes eléctricos, pobreza, migración y violencia, entre otros. Si habría que hacer una Venecadencia 2022, ¿Cómo sería?

Me correspondería hablar de una decadencia que es moral, que es la peor de todas. Seguimos en decadencia. Y esta decadencia debe interpelarnos y espero que lo hagamos. Espero que no caigamos en un letargo y nos preguntemos cosas sobre lo que hacemos y sobre lo que podemos hacer. Por ejemplo, ¿hasta dónde llego yo? ¿Qué soy capaz de hacer? 

¿Cómo crees que este momento va a afectar nuestra historia y nuestra cultura como venezolanos? ¿Cómo será después del abismo?

No sé cómo nos va a afectar. Pero sé que para mitigar los efectos de esta decadencia, es importante pensar más allá de nuestros intereses personales… debemos volver al bien común. Debemos pensar cómo afectan nuestras acciones a los demás y al país. Eso va a ser importante para que salgamos adelante. Si realmente queremos democracia, tenemos que pensar más allá de nosotros mismos. 

¿Qué rol tiene la cultura en ese trabajo de reconstrucción moral?

La cultura tiene el deber de plantear preguntas que interpelen a la sociedad. Por ejemplo, la comedia tiene el poder de exponer el ridículo y si alguien se ve reflejado en ese espejo, debe pensar un poquito sobre lo que está haciendo. Porque es muy fácil sentirse atacado u ofendido cuando esto pasa… pero, es muy difícil hurgar y descubrir por qué ocurrió. La cultura debe ir a eso… a interpelar a la sociedad. Es lo que decía José Ignacio Cabrujas: “El trabajo de un escritor es pellizcarle el culo a la sociedad”. Una pregunta dura es un pellizco… ese es nuestro trabajo. 

¿Qué le dirías a los políticos venezolanos de la oposición?

Sean honestos. Me parece que le tienen miedo a la verdad… tienen miedo de decirle a la gente la verdad. Tienen miedo de decirnos que probablemente no saldremos de esto en 2024… que no habrá revocatorio, que no habrá elecciones libres. Le tienen miedo a la verdad y a la gente. Por eso, creo que los políticos jóvenes deben romper con esa forma de hacer política que no considera que la gente es pensante. 

Tienen miedo porque creen que hablar con la verdad hará que perdamos la esperanza.  Entiendo que es difícil hacerle oposición a una dictadura. Los he visto luchar. Pero creo que es un error engañar a la gente… la gente no es pendeja. 

Y ¿cuál crees que es la pregunta más dura que tenemos que hacernos ahorita?

¿Estamos dispuestos a aceptar que el chavismo nos derrotó moralmente? ¿Estamos dispuestos a aceptar que las cosas no cambien? ¿Estamos dispuestos a vivir sin democracia? ¿Estamos dispuestos a convertirnos en otra Cuba?

Siento que después de 23 años de chavismo en el poder y de decadencia, nos tenemos que preguntar realmente ¿Cómo salimos de esto? ¿Cómo de verdad salimos de esto sin caernos a mentiras, sin falsas ideas, sin falsos argumentos? ¿Cómo salimos de esto sin engañarnos a nosotros mismos?

Como sociedad tenemos que interpelarnos, pero no tenemos que ser tan duros con nosotros mismos. Hemos hecho lo que hemos podido y no hemos logrado avanzar de la manera deseada. Pero no ha sido por falta de esfuerzo. Nadie nos ensenó a luchar en contra de algo así. No ganamos nada maltratándonos ni frivolizándonos. Es una tensión entre la condena y la indulgencia. No somos los Avengers… 

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