Con el pasar de los años, un grupo se aseguró de nunca dejar el poder, y con la muerte del patriarca del régimen y la necesidad de adaptación y supervivencia, sobre todo después de una emergencia humanitaria compleja y olas de protestas, el gobierno de Nicolás Maduro se encargó de borrar, paulatinamente, esa dualidad en la que permanecía la política del país, para convertirla en una fotografía llena de grises, donde para la población es cada vez más difícil identificar sus actores, posiciones, y sobre todo, señalar a los “culpables”.