En un artículo publicado en la revista Democratización del Instituto de Estudios Políticos Forma, el decano de la Escuela de Derecho de la Universidad Metropolitana, Rogelio Pérez Perdomo, sostiene que el régimen chavista es preso de las políticas que arruinaron al país, y advierte que sus aliados internacionales “no tienen capacidad o la voluntad de hacer inversiones” para frenar la debacle nacional
Caracas.- ¿Nicolás Maduro ganó la guerra política? “El gobierno de Maduro se ha atrincherado con reformas que hacen prácticamente imposible el cambio por la vía electoral y pacífica, y la oposición parece carecer de fuerza para obligarlo a plantearse el cambio. Pero el gobierno es menos fuerte de lo que parece”, responde el profesor Rogelio Pérez Perdomo, decano de la Escuela de Derecho de la Universidad Metropolitana.
La “debilidad” del régimen chavista reside “en la imposibilidad de cambiar las políticas que han conducido el país a la ruina. Son políticas que han producido una creciente paralización del aparato productivo como lo muestra la caída en la producción petrolera y la aguda escasez de gasolina”, explica Pérez Perdomo en un artículo publicado en la última entrega de la revista Democratización (https://red-forma.com/democratizacion-8/), editada por el Instituto de Estudios Políticos Forma (https://red-forma.com/).
El doctor en Derecho de la Universidad Central de Venezuela observa: “la condena de los principales países de América y Europa, que ha incluido sanciones a las altas personalidades y a las empresas del Estado, ha aislado al país y ha llevado a Maduro a buscar aliados entre los regímenes autoritarios. Estos expresan su solidaridad, pero no tienen capacidad o la voluntad de hacer inversiones que puedan revertir la declinación económica”.
Pérez Perdomo apunta que la destrucción provocada por el oficialismo ha puesto en entredicho sus pilares ideológicos. “El enorme fracaso en resolver problemas sociales y en el manejo de la economía puede haber desprestigiado determinados tipos de políticas asociadas con el régimen”, sostiene e ilustra: “puede conjeturarse que los primeros en rechazar la nacionalización o expropiación de una empresa serían sus propios trabajadores, o que anuncios de aumento del salario mínimo o de regulación de precios serían vistos con extrema desconfianza por la población en su conjunto. La retórica socialista puede que tenga mucho menos tracción hoy que en la década de 1990”.
Tomando como referencia los informes de la oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el investigador afirma que los atropellos y la represión desatada por el chavismo supera con creces a las arbitrariedades cometidas hasta 1999. “La situación ahora es mucho más dramática que en la década de 1990. Los jueces ahora son todavía menos independientes y los abusos contra la población son mucho mayores”, asevera y observa que las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) del régimen son “escuadrones de la muerte” que llevan a cabo “ejecuciones extrajudiciales” particularmente en los sectores más pobres.
Pensando en los desafíos que impone la transformación democrática, Pérez Perdomo concluye que “el Estado, y especialmente todo el aparato de la represión, necesita ser renovado y reeducado. Es difícil ver cómo se puede contar con los actuales fiscales y jueces para una justicia que esté a cargo de castigar las peores violaciones de los derechos humanos”.