La resignificación del multipartidismo en Venezuela – Eladio Hernández M.

La resignificación del multipartidismo en Venezuela – Eladio Hernández M.

La resignificación del multipartidismo en Venezuela

Eladio Hernández Muñoz

Los partidos políticos en Venezuela guardan una estrecha e histórica relación con la participación y el protagonismo político en su quehacer diario como instituciones del ordenamiento político de la sociedad, en sus relaciones con el Estado y en su desenvolvimiento cotidiano a través de la ciudadanía, los grupos de interés y presión sindical, gremial, estudiantil y hasta vecinal, si se me permite.

Sus manifestaciones son históricas, porque desde 1936 con la apertura democrática que propició el Gobierno del General Isaías López Contreras (1936-1941), luego del fallecimiento del General Juan Vicente Gómez (1857-1935), quien había dirigido el Gobierno Nacional desde 1908 de manera personalista y dictatorial, los movimientos sindicales y empresariales incipientes para la época, así como las manifestaciones estudiantiles, sobre todo universitarias, generaron aspiraciones y cierto despertar por los nuevos valores antidictatoriales y democráticos en Venezuela. Una sociedad con interés de incorporarse a la modernización y ampliación de sus necesidades y aspiraciones organizativas que ya venían haciendo mella en los comportamientos dictatoriales y autocráticos de las viejas autoridades en su cotidianidad, propició el interés por nuevos razonamientos políticos y sociales, comenzaron a tener significación en el país.

El sistema político venezolano ya tenía el espacio para un desenvolvimiento más adecuado y conveniente frente a las instituciones públicas y sus autoridades, lo cual aprovecharon para darse sus primeras oportunidades en respaldar y propiciar un nuevo tipo del quehacer en lo político. Organizaciones como Acción Democrática (AD) partido fundado en 1941 y cuyos antecedentes como grupo político aparecen en la historia como Agrupación Revolucionaria de Izquierda (ARDI) en 1931, posteriormente como movimiento de Organización Venezolana (1936), más tarde como Partido Democrático Nacional (PDN) y luego tal cual como lo seguimos conociendo hoy en día: Acción Democrática.

De forma parecida, otro partido con fuerte raigambre histórica es el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) fundado en 1946. Sus antecedentes históricos se pueden remontar a 1936 como escisión de la Unión Nacional de Estudiantes de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV.) fundada en 1936. Posteriormente se unen electoralmente (1938) con el Partido Acción Electoral para participar en las elecciones de 1941. Al año siguiente (1942) se fusionan con el Movimiento de Acción Nacionalista (MAN) para denominarse Acción Nacional y desde 1946 definitivamente como COPEI, también conocido con el apelativo institucional como Partido Socialcristiano.

De fuerte tradición histórica es el Partido Comunista de Venezuela (PCV) fundado en 1931. Su origen es remoto en sus particularidades para la fundación definitiva. Desde los primeros contactos entre prisioneros, identificados con el marxismo como ideología, que llamaron La Carpa Roja en el Castillo Libertador en Puerto Cabello, pasando por un grupo de estudiantes vinculados a la generación de 1928, los movimientos surgidos en el llamado Grupo del Caribe, las Células de Caracas y el ingreso definitivo en la Internacional Comunista de 1935 que lo vinculó con otros partidos de orientación marxista-leninista internacionales, le dio importante significación en el espectro partidista en Venezuela.

El último partido político con significado en la espectro e historia de los partidos políticos en Venezuela a partir de 1936 fue Unión Republicana Democrática (URD) fundado en 1945 por diversas personalidades de otras organizaciones como el Partido Democrático Nacional (PDN) y del Partido Democrático Venezolano (PDV), este último fundado por el Presidente Isaías Medina Angarita (1897-1953) quien relevó al General López Contreras en el Ejecutivo Nacional para un nuevo periodo (1941-1946), pero fue derrocado en 1945 en la llamada Revolución de Octubre de 1945 y la Junta Revolucionaria de Gobierno lo ilegalizó.

Hasta el derrocamiento del Presidente Rómulo Gallegos en noviembre de 1948, quien fue el primer presidente electo de manera universal directa y secreta como lo estableció la nueva constitución de 1947 producto de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela realizada entre 1946 y 1947 y que originó la Constitución Nacional de 1947 la primera esencialmente democrática, no hay transformación importante en el subsistema de los partidos políticos en Venezuela hasta después de 23 de enero de 1958 con el advenimiento definitivo del régimen democrático en el sistema político venezolano y su definición política y jurídica con la Constitución Nacional de 1961, pero sí, lo que podríamos denominar: la reconfiguración del poder ciudadano e institucional en Venezuela.

Ahora bien, este breve y muy transitorio recuento histórico nos ofrece una clara definición de los principales actores y protagonistas en la formalización de los partidos políticos en Venezuela y su trascendental significación, a saber: en primer lugar, la mayoría de sus protagonistas provienen del mundo sindical y estudiantil, pocos del mundo empresarial o intelectual del país. En segundo lugar, los actores principales son personalidades que se van formando en la crítica ideopolítica u oposición a la dictadura militar del General Gómez; sin embargo, después de su fallecimiento y debido a la inicial apertura del gobierno del General López Contreras, incluyendo los primeros años de la administración del General Medina Angarita, la aparición de nuevos protagonistas en el escenario sociopolítico se va enriqueciendo y formando parte de la nueva visión democrática del país y las simpatías que despiertan, lo cual se fue traduciendo en la incorporación a los partidos políticos como canalizadores fundamentales para las nuevas  aspiraciones y necesidades sociales de los ciudadanos. En tercer lugar, las simpatías y adhesiones se van definiendo, muchas de ellas, en las nuevas organizaciones partidistas de acuerdo con sus ideas, valores o creencias que cada uno de estos partidos logran difundir en el entorno o ambiente político, aunque muy precariamente por cierto, en el espectro y/o contexto político de la época. Sin embargo, los procesos electorales de 1946, 1947 y 1948, logran definir las formalidades ideológicas y funcionales de los partidos políticos. Es así como se van enriqueciendo con mayores simpatizantes y militantes propiamente dichos y se consagran ya para 1958-1959 como verdaderos instrumentos de participación y organización política y una nueva reconfiguración del poder, tanto ciudadana como institucional.

La historia de los partidos políticos como actores fundamentales para el régimen democrático y el sistema político venezolano adquiere verdadero relieve en el desenvolvimiento político de la ciudadanía y militancia propiamente dicha. Pero también se inicia su descomposición orgánica con tendencias, divisiones, segmentaciones, fraccionamientos, etc., que conspiran en contra del desarrollo y el fortalecimiento del régimen democrático. Tampoco podemos desconocer los intentos de golpe de estado surgidos después del 23 de enero del 1958 hasta 1992 que, de alguna manera, afectaron el libre despliegue de las nuevas organizaciones político partidistas y la disposición del poder en Venezuela, entre otras cosas, la de sus propios enemigos que no han desaparecido del todo del escenario nacional.

Nuestra perspectiva se sitúa en la de los nuevos y no tan nuevos partidos políticos y su resignificación en el escenario nacional: su desarrollo y evolución como principales garantes del régimen democrático, del equilibrio institucional del SPV, del fortalecimiento de la Nación como pueblo soberano, del Estado de Derecho y su ordenamiento jurídico,  como el de la ciudadanía con sus derechos y deberes, así como su intermediación relacional con sus elites sociales, los dirigentes y personalidades que desde todos los ángulos del quehacer cultural, social, económico,  conforman los instrumentos de todo régimen democrático.

La segmentación o el fraccionamiento de los partidos políticos va afectando también a estas últimas herramientas que garantizan una adecuada evolución de la sociedad y de sus instituciones. La opinión u organización segmentada se refleja inexorablemente en el conjunto societal, es por ello que nos ocuparemos del fraccionamiento de los partidos políticos como posible y muy probable causa de las deficiencias e insuficiencias en el régimen democrático venezolano. Y, aunque parezca una paradoja, ya que el pluralismo es un valor sociopolítico de todo régimen democrático no parece evidente que esa multiplicidad de organizaciones contribuya acertadamente para hacer más viable el desarrollo y fortalecimiento de la democracia. Por el contrario, disminuyen sus propósitos y fines políticos y aumenta el desapego ciudadano con ellos. 

Es cierto que los sistemas electorales pueden disminuir esas tensiones en el fraccionamiento o segmentación del sistema de partidos, por ejemplo, a través del mecanismo de la doble vuelta electoral, pero eso no se ha logrado demostrar claramente y sigue siendo una asignatura pendiente. La multiplicidad de organizaciones político partidistas que pueden formar gobiernos con importantes y dispares coaliciones gubernamentales, tanto presidenciales como parlamentarios, como suelen formarse en los sistemas electorales con doble vuelta, no hayan demostrado aún más legitimidad en su desempeño en gestión pública que aquellos que no las tienen.

Las primeras divisiones importantes que se pueden destacar a partir de 1959 ocurren en el seno de Acción Democrática. A partir de 1960 un importante grupo del sector Juvenil de AD y por motivación ideológica según sus principales actores e inspirados por el triunfo de la revolución cubana en enero de 1959, se declaran en rebeldía contra AD y el gobierno de Rómulo Betancourt (1959-1964), con lo que se inicia un periodo de insurgencia armada cívico-militar e intentos de golpes de Estado junto al Partido Comunista de Venezuela con quienes fundaron una coalición de subversivos llamadas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN.), sin embargo el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), como partido político se funda como tal en 1967. En 1962 otro grupo de dirigentes se desprende de AD, formalizan un nuevo partido llamado Fuerza Democrática Popular (FDP) y en 1962 otro grupo de dirigentes de AD, denominado A.R.S. al principio, luego AD-Oposición se retira de AD y funda el Partido Revolucionario de Integración Nacionalista (PRIN), en 1963. En el año 1968 se produce una nueva división en AD, y se crea el partido Movimiento Electoral del Pueblo (MEP). Las facciones y divisiones no cesan en la década de los años por venir entre importantes líderes de A.D. En 1997 se funda una nueva organización llamada Apertura a la Participación Nacional (APN), con importantes dirigentes de AD y tecnócratas independientes. Posteriormente esta organización resuelve fusionarse con un partido cuyo inicio es regional, fundado en 1999, y sus dirigentes son ex adecos denominado Un Nuevo Tiempo (UNT) y posteriormente como partido de alcance nacional en el 2006 y se incorporan dirigentes y militantes del Polo Democrático, fundado en 2005, en donde se fusionaron los partidos Solidaridad, Vamos y el partido Grupo Socialdemócrata. El Polo Democrático se nutrió también de otros partidos como Alianza Bravo Pueblo (ABP), fundado en el 2000; Podemos, fundado en el 2002 –una escisión del Movimiento al Socialismo M.A.S., fundado en 1971–, junto al partido Causa Radical (LCR), fundado también en 1971. MAS y LCR provienen de una importante división del PCV. Más tarde el MAS, se fusiona con el MIR y LCR sufre una escisión denominada Patria Para Todos (PPT.), fundado en 1997. Todos estos movimientos son de orientación socialdemócrata o como se suelen llamar de socialismo democrático. Unos de inspiración marxista, por lo menos en sus inicios programáticos, y otros del revisionismo del marxismo en los años sesenta y setenta hasta nuestros días. Junto a estas fusiones, divisiones, escisiones y desprendimientos también se dan de baja importantes dirigentes de esas organizaciones los cuales se retiran a la vida privada y dejan el activismo o la militancia propiamente dicha.

No es diferente en otros de los importantes partidos políticos venezolanos con trascendencia ideológica y electoral como COPEI. Sobre del Partido Comunista de Venezuela se ha reseñado anteriormente. Su divisionismo permanente desde su fundación, al igual que el de Acción Democrática y que al parecer aún no se detienen.

Sin embargo, el Partido Socialcristiano COPEI sufre pocas pero muy significativas. Es así como en 1993, tiene su más trascendente división y nace el partido Convergencia, fundado por uno de sus principales fundadores y de coaliciones con otros partidos políticos minoritarios que conformaron lo que se conoció como el “”chiripero (integración electoral de varios partidos minoritarios) y algunos contrarios a la ideología socialcristiana tradicional de COPEI. La división fue fundamentalmente electoral, producto de una fuerte disputa por el candidato presidencial para la convocatoria del periodo presidencial 1994-1999. En 1998 se funda el partido Proyecto Venezuela de origen regional con antecedentes en otro partido denominado Proyecto Carabobo fundado en 1995 y escisión de COPEI. Para el 2000 nace una nueva división en el partido COPEI con la creación del partido Primero Justicia, fundamentalmente por el sector juvenil. En el 2011 se funda el partido Voluntad Popular (VP), sus principales dirigentes también estuvieron muy vinculados y formaron parte de PJ, aunque VP en su fundación definitiva se definió como socialdemócrata.

Como se ha podido observar, el multipartidismo en Venezuela y su sistema de partidos se inclina y establece, si se quiere, de forma paradójica: en la medida que se va desarrollando los principales postulados de la democracia como régimen político, los partidos se multiplican como consecuencia de sus desacuerdos internos en donde privan o se destacan las diferencias personales en sus dirigentes en torno, fundamentalmente, al liderazgo interno o control de la organización en sí mismo,  más que por reveladoras discrepancias ideológicas. Es cierto que en algunas de estas divisiones son producto de importantes descontentos políticos entre sus dirigentes, como se ha podido observar en sus debates, incluso, algunos públicos en los que se percibió que la controversia estaba sazonada por el control del liderazgo con efectos en los procesos internos del partido y electorales.

Por otra parte, ese fraccionamiento, tendencias, o divisiones dieron lugar a que el sistema de partidos se fuese disgregando en la opinión pública como intermediarios sociopolíticos de las aspiraciones y necesidades generales del colectivo nacional. Incluso en las distintas formaciones de la sociedad civil y sus distintas organizaciones institucionalizadas como gremios, sindicatos, movimientos estudiantiles, asociaciones civiles y empresariales la conflictividad se fue haciendo cada vez más irritante para la sociedad y empieza a manifestarse otra manera de inconformidad con los partidos, siendo su efecto más inmediato la de prescindir de ellos para sus reclamos y actividades reivindicativas con lo cual van adquiriendo una nueva dimensión como mediadores sociales.

Posteriormente y como consecuencia de lo anterior comienzan a aparecer en el ambiente nacional los denominados grupos de presión y/o de interés que producen los movimientos de la antipolítica con fuertes intenciones de menoscabar la importancia de los partidos políticos como intermediarios entre los gobiernos de turno y la sociedad llegando a vulnerar las propias y resaltantes relaciones entre las instituciones del Estado y la sociedad.

Sin la menor duda esto afectó de manera importante, no solo al propio sistema de partidos, sino al sistema político y la consolidación del régimen democrático produciéndose una especie de entropía sociocultural perdiéndose parte importante de la homogeneidad que se había adquirido en el sistema político y con pocas posibilidades de reversibilidad, es decir que se vuelva a su estado anterior o de las condiciones precedentes del sistema de partidos en Venezuela. El multipartidismo llegó para quedarse y con eso los venezolanos deben lidiar.

Tal vez este es uno de los desafueros entre la actual dirigencia de los partidos políticos venezolanos, sugerir –como se ha dicho en reiteradas ocasiones por desenvueltas personalidades que incursionan a través de los medios y las redes sociales– el rescate de los valores democráticos que se intentaron implantar en un pasado reciente o de restablecer el sistema político y su régimen democrático con las reglas del juego político que permitieron configurar el desenvolvimiento del poder de una manera aceptable, permitiendo que la Constitución de 1961 producto de pactos y acuerdos perdurara durante más de treinta años: la más longeva y sobreviviente de todas las que hemos tenido como República.

A pesar de que la constitución de 1.999 no reniega en su forma jurídica, administrativa y política el régimen democrático, sí lo hace de manera expresa en contra de los partidos políticos, incluso se pretende desconocerlos y producir una ruptura con el sistema partidocrático predominante y ampliar las facultades participativas y protagónicas de la ciudadanía a través de “organizaciones con fines políticos”. Esto fue un resultado de muchas intervenciones públicas y privadas, de grupos y personalidades en contra de los partidos políticos y una manifestación más del rechazo que se había generado en la sociedad.

Sin embargo, a partir del 2007 aún aparecían registrados en el Consejo Nacional Electoral del país más de 100 partidos políticos, a los cuales, por cierto, se les obligó a refundarse o legalizarse  por la poca participación electoral que tenían; algunos lograron hacerlo y otros quedaron rezagados. Los más tradicionales como AD, COPEI, el PCV y una veintena más de partidos y la reconfiguración de otros en nuevas organizaciones con fines políticos. Es así como se ha conformado en la sombra nacional un subsistema de partidos múltiples con poca sintonía y arraigo en la ciudadanía, en los electores y en la sociedad, con grandes desacuerdos entre ellos y con un fuerte protagonismo personalista, carencias ideológicas, programáticas o dogmáticas si se quiere, con sus ideales alterados y fuertes incoherencias e inconsistencias con la realidad política que atraviesa Venezuela en los últimos años.

Es cierto que el partido en el Gobierno: el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fundado en el 2008  es la fusión del Movimiento Quinta República constituido en 1997 y otros partidos minoritarios, más de una veintena, los cuales se disuelven, se funden, o se aglutinan con el PSUV. Sin embargo esto no ha significado que el PSUV se haya convertido, o sea un partido hegemónico en el escenario nacional como ha sido su pretensión  en el sistema político venezolano. Por el contrario, ha sufrido y sigue afectado por sus desgastes usuales de todo partido en el gobierno durante tantos años, la desincorporación de organizaciones que ayer lo apoyaron (esas mismas organizaciones también han sido afectadas en igual o mayor consideración), se han ido retirando importantes dirigentes políticos y militantes y simpatizantes, así como su aceptación que tuvieron antes en el entramado electoral.

No ha sido distinta su historia a la de los partidos tradicionales AD y COPEI. Prácticamente un partido gubernamental que posee la normal influencia en los empleados públicos del Estado, de importantes actores del sector castrense o fracciones de la esfera militar y de una que otra organización social. Otra cosa es considerar sus efectos electorales los cuales son el resultado de condiciones privativas de los últimos procesos y muy particular las legislativas del 2015 y las presidenciales del 2018, cuyos resultados no les fue favorable en el primero y muy controversiales en las  segundas por la fuerte abstención de los principales partidos políticos en participar y reconocer esos resultados.

En resumidas cuentas hoy por hoy se ha establecido en el sistema político venezolano un subsistema de partidos caracterizado como multipartidista, pluri electoral y de poca raigambre en la ciudadanía.  El reclamo por la unidad es constante y permanente tanto en los partidos que aglutinan a la oposición democrática como a los que aún respaldan al partido gobernante. Unidad que parece ser la aspiración de muchos, como lo declaran constantemente; sin embargo, el egocentrismo político, el personalismo electoral y las manifestaciones orgánicas saturadas de incoherencias ideopolíticas expresan lo contrario, tanto intrapartido como entre los partidos.

Muy lejos se ven los acuerdos, pactos o cohesiones que dibujen un propósito o panorama distinto en el ambiente político. Experiencias del pasado no han servido para hacerlos reflexionar, las experiencias históricas de resultados apreciables para un mejor desenvolvimiento del sistema político. El persistente reclamo de libertad que contribuya con una democracia de calidad y unas autónomas instituciones que la respalden y respondan a las necesidades ciudadanas, no se advierte en un futuro inmediato para Venezuela.

Del actual multipartidismo predominante en el país se puede avizorar, o rescatar, además del propósito de unidad en la diversidad, la consistencia en los planteamientos que se vienen realizando para lograr una conducción política coherente de todos para: o bien salir del partido gobernante y sus aliados circunstanciales, o afectarlos significativamente en disminuir sus capacidades de mantenerse al frente de las más importantes instituciones del Estado empezando por el Ejecutivo Nacional. Muy atrás quedaron otras expectativas de intervenciones extranjeras o de Golpe de Estado o de insurgencia social.

Recientes organizaciones políticas han aparecido en el espectro político, lo que permite ponderar eventuales situaciones electorales unitarias que favorezcan una perspectiva algo distinta, su resignificación. Pero también es muy probable que el partido gobernante siga interactuando, como hasta ahora lo ha venido haciendo, perjudicándolos con sus oscuros procederes en contra de esas voluntades unitarias. Al parecer la historia reciente también los ha aleccionado, en consecuencia, para vigilar cautelosamente esos inescrupulosos deseos del partido gobernante.

Para 2022 existen aproximadamente 53 partidos vigentes y en esa situación se encuentra algunos de los partidos políticos tradicionales como: COPEI, A.D., P.C.V., y sus ramificaciones como: PJ, VP, UNT, ABP, MAS, Causa R, PPT, y otros de reciente aparición como Vente Venezuela (VV), fundado en el 2012 y de orientación liberal-republicano y cuyos dirigentes han tenido un papel de radical enfrentamiento con el partido en el gobierno. Su principal fundadora y vocera es la ingeniera María Corina Machado Parisca, con una muy importante participación en el escenario nacional. El partido Avanzada Progresista (AP), fundado en el 2012 de orientación progresista y sus principales dirigentes son el licenciado Eduardo Semtei y el politólogo Luis Augusto Romero.  Otro reciente movimiento político y organizacional es Alianza Lápiz, fundado en el 2017, de orientación centro-liberal y cuyo principal dirigente es el abogado Antonio Ecarri Angola con una apreciable participación política y electoral en el país.  En el 2018 se funda como partido político Esperanza por el Cambio (El Cambio), de orientación demócrata cristiana y su principal mentor es el pastor evangélico, Javier Alejandro Bertucci Carrero, con un despliegue electoral en las presidenciales del 2018 y recurrente propagandista teopolítico. El otro partido es el denominado Encuentro Ciudadano (EC), fundado en el 2018, también de fuerte oposición y de carácter centro-liberal como lo ha declarado su principal fundadora y vocero privilegiada de la organización la abogada Delsa Solorzano. El movimiento político de alcaldes metropolitanos que se transformó en partido político  más reciente es Fuerza Vecinal (FV), fundado en el 2021, de orientación centrista y entre sus principales representantes está su actual presidente el abogado Gustavo Adolfo Duque Sáez.

Han sido muchas las divisiones de los partidos políticos, pero también las fusiones y acuerdos electorales cuyos resultados son aleccionadores para su desarrollo histórico y propósitos políticos. Sin embargo la tendencia no es unívoca en torno al fin al que deberían aspirar como representantes o mediadores sociales entre la ciudadanía y las instituciones gubernamentales. Existe, como en casi todas las sociedades occidentales la divergencia ideológica que va apareciendo en su seno y que se convierte en fracciones y divisiones que, en muchos casos, son aguijoneadas por el personalismo político y alentadas por el egocentrismo de algunos de sus dirigentes. Nada es de extrañar en todo el entramado cultural y organizacional que pretende interpretar la voluntad general de cualquier sociedad y representar a los ciudadanos en sus necesidades y apremios.

Renovadas intenciones y propósitos se pueden observar en el panorama político y electoral inmediato. La unidad, por ejemplo, que no es un fin en sí mismo sino un instrumento para reconfigurar el poder político en Venezuela y favorecer la libertad imperecedera de la humanidad y de la ciudadanía contra la barbarie y sus acólitos representantes,  así como la calidad de la democracia como régimen político y el desarrollo del sistema políticos y sus instituciones, es un designio histórico en su devenir como Nación.

Los nuevos rumbos están por llegar, se avizora. Por supuesto no sin oscuros tropiezo y zancadillas. Los derroteros tendrán que ser superados, no hay la menor duda, pero la responsabilidad política e institucional, incluidos los partidos políticos, se impondrá indefectiblemente por la razonabilidad inminente o por el simple sentido común de la historia: “la libertad de juicio no puede ser suprimida de la condición humana.” La resignificación y el relieve que le dan los noveles movimientos políticos partidistas y sus dirigentes al razonamiento y al entorno al poder político ahora nutridos en conjunto con los más tradicionales y experimentados, hace prever, muy probablemente, inéditos efectos en el acontecer político venezolano.

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