Rol de los partidos políticos: Acción Democrática en el sistema político venezolano. – Evelyn Pinto

Rol de los partidos políticos: Acción Democrática en el sistema político venezolano. – Evelyn Pinto

Rol de los partidos políticos: el papel de Acción Democrática en el sistema político venezolano

    Evelyn Pinto

La lucha de los partidos políticos en autoritarismos es compleja y puede variar según el contexto político y social de cada nación. En general, se podría decir que los partidos políticos en regímenes autoritarios tienen como objetivo principal lograr la democratización del país, la defensa de los derechos humanos y las libertades civiles, cambiando la finalidad de los partidos políticos en contextos democráticos que es la mediación y/o vinculación entre la sociedad y el Estado, mediante la representatividad y el consenso.

Los partidos políticos en autoritarismos enfrentan una serie de obstáculos y desafíos en su lucha por la democracia. En muchos casos, el régimen autoritario puede intentar reprimir o cooptar a los partidos políticos, limitando su capacidad para organizarse y movilizar a la población. Esto incluye, judicialización de los procesos internos de los partidos, censura en los medios de comunicación, persecución, detención, tortura y asesinato a dirigentes, prohibición de financiamiento público y represalia al donante privado, prohibición de registro de nuevos partidos disidentes, inhabilitación de candidatos y candidatas, cooptación de dirigentes políticos, ataques violentos y/o judiciales a sedes de partidos, intimidación de los ciudadanos para militar, simpatizar o apoyar a algún partido, mediante un carnet, puntos de control político cerca de los centros de votación en los procesos electorales, la dirigencia comunitaria del partido/régimen que son los jefes de calle (tienen sectorizado cada rincón del territorio), y hasta mediante la amenaza armada del crimen organizado.¹ Todo lo anterior no es una sistematización general de cómo los autoritarismos limitan la actuación de los partidos políticos, que bien podrían encontrarse en las teorizaciones académicas, sino que cada una de las agresiones y limitaciones descritas, la han padecido los partidos políticos venezolanos en los últimos 20 años.

A pesar de estos obstáculos y desafíos, los partidos políticos en autoritarismos pueden seguir luchando por la democratización del país, la defensa de los derechos humanos y las libertades civiles, con el diseño de estrategias adecuadas para su contexto, que los lleven a un proceso de transición a la democracia. Para ello deben dar respuestas a los problemas y no quedarse en la denuncia, deben tener capacidad de anticipación, de articulación y de coordinación estratégica a lo interno, con otros partidos y con la ciudadanía, también se debe innovar para que la población se vuelva a acercar a la política y confíe. 

Sin embargo, los últimas dos décadas de la historia política en Venezuela han demostrado que no es fácil –y concretamente no ha sido fácil– lograr la unidad, algo que en el pasado también le costó a quienes lucharon contra las dictaduras de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, entendiéndola no como un todo homogéneo, donde no hay discernimiento y donde se desdibuje la identidad, ideología y cultura política de cada organización, sino como la existencia de un mínimo de entendimiento que garantice el funcionamiento del sistema, evite conflictos y enfrentamientos personalizados. Como bien quedó asentado en el famoso Pacto de Punto Fijo, donde “se reconoce que, por encima de las diferencias entre los distintos partidos, existen intereses comunes más importantes que todos deben defender y los cuales se expresan en un programa común y mínimo de gobierno que no excluye el derecho de las organizaciones políticas a defender otros puntos no comprendidos en él.”²

Y justamente, por lo eficaz que puede llegar a ser la unidad en torno al objetivo del debilitamiento del régimen autoritario para iniciar un proceso de transición a la democracia, es que la coalición dominante se enfoca estratégicamente en generar división, desconfianza y debilitamiento de la oposición. Eso no solo ha afectado las relaciones entre partidos que se oponen al régimen, sino que, a su vez, ha sumado a la desconexión y desconfianza de la ciudadanía con los partidos políticos.

A pesar de que los partidos han sido creados como vanguardia de lucha y medios de participación política, en Venezuela ese alejamiento entre partidos y población, ha generado que estos últimos se sientan más identificados con la figura de los movimientos sociales, que no es novedosa, pero que aparecen en el plano político como expresión de valores, como orientadores, en busca de reivindicar una lucha específica o como generadores de cambios estructurales en la sociedad. Y si se entiende lo poderoso de esta situación, se podría avanzar en el resquebrajamiento del régimen.

 Partiendo de que los movimientos sociales no solo se orientan hacia el cambio de políticas o el reemplazo de determinadas élites sino a transformaciones más amplias que afectan las prioridades sociales y los mecanismos básicos mediante los que opera la sociedad³. Se puede entender que aunque tradicionalmente se han señalado los movimientos sociales meramente dentro de la acción ideológica, cuando los actores pueden moverse dentro del plano de un cambio estructural, no solo se pueden unir a un movimiento por una causa, sino que en determinadas situaciones coyunturales pueden actuar en acción colectiva. Sin embargo, se debe acotar que han existido y siguen existiendo movimientos alternativos para participar directamente en algún tipo de lucha, como lo son los movimientos feministas, cristianos, ambientalistas, sindicales, entre otros. Por lo que se puede dilucidar, cierta tendencia de los movimientos sociales como un modo alterno de representación de intereses de la sociedad civil.

Ahora bien, ¿dónde quedan los partidos políticos como instrumento de participación, como canalizador y orientador de reivindicaciones? Esta interrogante no busca generar una dicotomía entre partidos políticos y movimientos sociales, sino más bien, la necesidad de articulación y de trabajo en conjunto para lograr una acción colectiva que lleve al inicio de una transición a la democracia. La acción colectiva “…está determinada por la presencia de una solidaridad, es decir por un sistema de relaciones sociales que liga e identifica a aquellos que participan en él y además por la presencia de un conflicto. La acción colectiva es el conjunto de las conductas conflictuales al interior de un sistema social.”⁴ Partiendo de este concepto, se puede observar que en Venezuela ya se tiene una de las condiciones para que se dé una acción colectiva entre partidos políticos y población, que es el conflicto y de esa manera, generar un potente y sólido movimiento político y social. No obstante, se necesita cultivar y trabajar esa solidaridad y relación entre ellos, para romper las reglas de juego que impone el autoritarismo y poder transformar las relaciones de fuerza en el sistema político.

En este sentido, los partidos políticos en la actualidad deben buscar conectar con la ciudadanía, para lograr esa acción colectiva que empuje hacia la democracia, los partidos no deben seguir funcionando como si se encontraran en un sistema democrático. Por lo tanto, se debe tener una estructura partidista cónsona con las situaciones anormales a las que los somete el autoritarismo, fortalecer la organización de base de cada partido (comité local, célula, redes populares, comandos familiares, etc.), crear organismos de vigilancia, estructurar una militancia ágil y segura ante los atropellos del régimen, formación política e ideológica de sus miembros, extensión de las zonas de influencia de los partidos, articulación con la diáspora y el liderazgo en el exilio, actividades de boicot contra el régimen para impedir su estabilidad y generar una fragmentación, y seguir una estrategia que establezca un sentido de urgencia, crear una coalición de cambio, desarrollar una visión, comunicar la visión de cambio, desatar una acción generalizada, generar éxitos a corto plazo, consolidar ganancias y producir más cambios. 

Para que todo lo descrito se pueda dar, resulta necesario que cada partido que cree y lucha por la democracia, identifique cuál es rol en el sistema político venezolano actual, y es en este sentido, que se enfocará la mitad de este artículo en Acción Democrática, como un partido que ha desempeñado un papel trascendental en Venezuela y que puede seguir representando un rol fundamental después de su vasta experiencia de 81 años participando en los procesos políticos venezolanos e internacionales.

El papel de Acción Democrática (AD) en el sistema político venezolano es un tema de gran importancia en la historia política de Venezuela, fue uno de los partidos políticos más relevantes del país durante gran parte del siglo XX y ha sido un actor clave en el proceso de democratización del país. 

Para entender el rol de AD en el sistema político venezolano, es necesario analizarla desde su nacimiento, doctrinariamente se definió como un partido revolucionario y policlasista, y entender este último término no es cuestión menor, ya que de ahí deviene gran parte de su desarrollo y evolución a ser un partido de masas, de su cultura política, del trato entre sus compañeros, donde hoy en día sigue siendo un valor fundamental a pesar de las transformaciones que ha sufrido en el camino, normales para un partido que se acerca a un centenario de su fundación. Y con el policlasismo, también podría estar representado la estrategia del partido en la actualidad.

Mediante el policlasismo, AD no se funda como el partido de una clase social, ya que de esa manera no se daría solución a los problemas de Venezuela, sino como el partido que representaba el sentir de los obreros, los campesinos, los estudiantes, los profesionales, los comerciantes, los productores, es decir, como un partido que aglutinaba el sentir nacional, lo que lo lleva a construir un programa realista que interpretaba las necesidades del pueblo en todo el territorio nacional y no solo velaba por los intereses de las élites y el desarrollo de la capital, como venía sucediendo en los regímenes dictatoriales que se desarrollaron en el país.

Y esa visión de AD se vio reflejada en sus políticas, comenzando por la promoción del voto universal, directo y secreto, la masificación de la educación mediante la construcción de escuelas y liceos, posteriormente la creación de las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que permitía a los jóvenes provenientes de cualquier sector del país poder estudiar en las más prestigiosas universidades del mundo, entre otras políticas. Sin embargo, se debe ser objetivo y mostrar que AD también enfrentó diversas crisis internas y de gestión pública. Una de ellas fue, precisamente, ese alejamiento de la dirección política con la realidad venezolana que en un principio había sido baluarte de la fundación del partido. 

Con errores y aciertos, Acción Democrática ha sido muy importante a lo largo de su historia y ha desempeñado un papel clave en la instauración de la democracia en Venezuela. A pesar de los desafíos que ha enfrentado en los últimos años, AD sigue siendo una fuerza política importante en el país.

En la actualidad, el papel de AD en el sistema político venezolano está llamado en primer lugar a recobrar esa identificación del sentir nacional, de los sitios más recónditos de nuestro país, ser el canalizador de esas demandas que no se encuentran ni en Twitter, ni en Instagram, volver a ser la organización confiable para la población, que representa sus verdaderos intereses. Y que ese plan tenga un sentido lógico y coherente para la recuperación de Venezuela, si se logra conectar de nuevo con esas demandas insatisfechas, con un discurso honesto, se convertirá en un catalizador de energías para que el pueblo venezolano afronte y venza las dificultades que se encontrarán en esa reconquista de la democracia.

Pero a su vez no debe olvidar ese policlasismo en el que se fundó, por lo que debe trabajar en entender y canalizar las nuevas demandas mundiales, que hoy a pesar de la emergencia humanitaria compleja que padece Venezuela, mueven el sentir de parte de las nuevas generaciones y son demandas que van de la mano con la socialdemocracia, es por eso necesaria la actualización de su tesis programática, adaptarla a una sociedad donde se viven más y nuevas formas de desigualdad. Y como en sus inicios fue el partido de los campesinos, obreros, etc. Hoy debe ser el partido de las mujeres, de la comunidad LGBTIQ+, de los indígenas, de los emprendedores, de los obreros, de los profesionales, del técnico, de los freelance y de todos los sectores que componen nuestra nación.

Para ello, es necesario que la experiencia de Acción Democrática, funcione como base para esgrimir una ruta transparente, que tenga como objetivo el renacimiento de Venezuela y no el endiosamiento de una persona, y que entienda que será difícil atender las necesidades más inmediatas de la población, que son muchas, pero también debe fortalecer la institucionalidad democrática, para evitar futuros regímenes autoritarios, corruptos y violadores de Derechos Humanos, para que la necesidad de un superhéroe que dé una solución mágica a los problemas del país, no vuelva a pasar por la cabeza de otro venezolano.

En ese sentido, se deberá proponer una coalición inclusiva de lucha contra el régimen y una vez las fuerzas democráticas tengan el poder, deberán organizar un gobierno diverso y representativo, moralizar la administración pública y depurarla de la corrupción, para poder trabajar en el desarrollo económico y el mejoramiento de las condiciones de vida de cada venezolano. Ya que sin estado de derecho no puede haber democracia, primero se debe producir una restitución de garantías.

Y no se trata de ser excesivamente positiva con el futuro de Venezuela, es que inexorablemente los países cambian y se transforman tanto a situaciones peores, como al avance en derechos y democracia, y es preferible apostar al progreso de la nación. Como tampoco se trata de que Acción Democrática es la única sabia, con un llamado divino, capaz de solucionar los problemas de Venezuela, pero sí cuenta con una experiencia que la hace necesaria para esa unidad nacional que recuperará al país de la desidia. 

Algunos afirman que este país está perdido, pero sigue vigente un extracto del discurso dado por Rómulo Betancourt el 13 de septiembre de 1941: Nosotros, los hombres y mujeres de Acción Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la nacionalidad, decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse, debe salvarse y se salvará⁵.

¹ En el caso venezolano, se tiene el testimonio de más de 9 testigos, que presenciaron las amenazas realizadas por la banda de “El Conejo” en las Tejerías, Estado Aragua, para el proceso electoral realizado en noviembre del 2021, donde convocaron a través de los jefes de calle a una reunión de la comunidad, y al llegar los ciudadanos al sitio pautado, estaban los miembros de la banda con armas largas e informaron que debía volver a ganar el Alcalde en ejercicio para ese momento, que era del partido de gobierno.
²Juan Carlos Rey, Problemas Sociopolíticos de América Latina (Venezuela: Universidad Central de Venezuela, 1998), 246.
³Donatella Della Porta y Mario Diani, Los Movimientos Sociales (España: Editorial Complutense, 2011), 98.
 Melucci, Alberto. 1986. «LAS TEORIAS DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES». Estudios Políticos 5 (2). https://doi.org/10.22201/fcpys.24484903e.1986.2.60047. (Consultado el 20 de febrero de 2023)
 Se parafraseó la frase de Rómulo Betancourt para agregar: “y mujeres.”

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