Elías Pino Iturrieta: El 28J “le dimos una soberana paliza al madurismo y allí abrimos el sendero de la esperanza”
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El profesor y miembro de la Academia Nacional de la Historia afirma que “ningún episodio del pasado venezolano se puede comparar con lo que hoy experimentamos”. Más que buscar fórmulas aplicadas antaño, el intelectual recomienda “seguir lo que hemos inventado en un ejercicio de resistencia” hasta alcanzar el cambio
En principio, quisiera su balance al cumplirse un año de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024.
En el 28J el pueblo tomó una decisión contundente y probada: el fin del régimen de Maduro y el retorno a un proceso democrático desparecido de la faz de Venezuela. Los electores no se pronunciaron por una transición, sino por la desaparición de la administración chavista y de todo lo que ha representado para la sociedad. Fue una manifestación clara, definitiva, apoyada por millones de votantes que aplastaron a los pocos apoyadores del continuismo.
No estoy seguro de que ahora los mismos votantes sientan que deben pasar agachados, en espera de nuevas oportunidades. Pienso que están pendientes de una nueva oportunidad, pero sin el énfasis del pasado, sin la claridad de la víspera. Como el régimen reaccionó en términos terribles para mantenerse en el poder, ha provocado una cautela generalizada y explicable de la sociedad que no lo quiere, pero que debe salvar los proyectos de cambio y la vida misma ante el peligro de una desaparición que pudiera ser larga y dolorosa.
Jamás había sucedido una cosa semejante en la política venezolana, y de allí la necesidad de pensar en caminos de superación que son arduos, pero que también deben ser inéditos como la situación que la democracia padece.
Tal vez una de las cosas más difíciles de este momento es este sentimiento de vacío, de indefinición. Se asumió la ruta electoral para conquistar el cambio y no se logró. Ahora se llama a no votar para mantener el reclamo sobre los resultados del 28J. No se pasa la página, pero el tiempo sí sigue pasando. ¿Cómo diseñar una nueva hoja de ruta en este contexto?
Lo segundo es consecuencia de lo primero, como dices, pero es apenas lo que se ha propuesto como posibilidad cercana, como salida ante una urgencia, pero tal vez solo como una especie de contraste automático.
Se plantea una maroma de la acción a la pasividad, o del dinamismo a la ausencia de movimiento que no carece de sentido cuando se piensa en cómo la ausencia de actividad puede ser una respuesta elocuente ante la brutalidad de los detentadores del poder, o una forma de sobrevivir en espera de mejores tiempos sin que las fuerzas se desgasten.
Sin embargo, la inacción conduce o puede conducir al desgaste. La inacción es el rompecabezas que no pueden soldar el entrevistado y el entrevistador, sino personas más altas y comprometidas, más obligadas, como María Corina Machado y los miembros de su vanguardia. Pero, tal y como están las cosas hoy, no se pasa la página, por desdicha, se sigue leyendo el mismo folio sin que nada de trascendencia se le agregue a la escritura.
Sé que es muy difícil con los esbirros encima y en medio de un terror panorámico ponerse a redactar maravillas, pero no se puede paralizar la redacción.
En momentos como este, no pocas voces sugieren “revisar” o “aprender” de la historia para enfrentar los desafíos del presente. ¿Qué episodio del pasado venezolano podría ser útil analizar para abordar esta realidad?
Ningún episodio del pasado venezolano se puede comparar con lo que hoy experimentamos. Ninguno. Nada parecido, ni remotamente. De allí que el ayer no nos sirva como recetario, y lo difícil de las respuestas que buscamos y necesitamos en medio de una incertidumbre sin precedentes.
Lánguidos los partidos políticos que funcionaron hasta el ascenso del teniente coronel, en el cementerio el pensamiento que los alimentó, sin nada que ofrecer la mayoría de los partidos de reciente cuño, en la orilla de la sociedad la mayoría de los dirigentes que han aparecido como miembros de la oposición, o comprados a precio vil por la autocracia, es un paisaje desolado del que no guardan memoria los anales antiguos.
Pero no solo es un asunto doloroso, sino también prometedor, debido a que demuestra cómo, en medio de una aridez de ese tamaño, levantamos cabeza como sociedad y le dimos una soberana paliza al madurismo. Allí abrimos el sendero de la esperanza, como jamás antes, y de allí debe salir un desenlace tan auspicioso como el resultado del 28J.
El chavismo ya tiene un cuarto de siglo en el poder y su cúpula cívico-militar reitera constantemente que el suyo es un proyecto histórico, que viene a completar la gesta independentista iniciada por los héroes de la patria, de quienes serían herederos directos. Veinticinco años después, ¿cómo puede definirse el proyecto chavista en el marco de nuestra historia?
El chavismo solo tiene de histórico un solo asunto, un hecho trascendental que la mayoría de nuestros analistas y observadores no ha captado: la total aniquilación de la República que fundaron los venezolanos de 1830.
Algo de la mayor importancia; es decir, el entierro de la vida venezolana y de lo que se pensó sobre ella desde sus orígenes, la muerte de las organizaciones públicas y de los códigos de comportamiento levantados a través del tiempo, el apabullamiento de la legalidad de raíz liberal, la imposición de una nueva vida cotidiana y hasta el cambio de los recuerdos sobre lo público y lo privado. Eso es lo histórico del chavismo, o lo antihistórico, desde luego.
Pero también la falencia de los políticos y los intelectuales venezolanos, con honrosas y contadas excepciones, que ni siquiera le han visto una huella mínima al monstruo destructor. El chavismo es la negación de la República edificada por nuestros antepasados y por nosotros mismos, de un caro republicanismo convertido en un andrajo. Eso es el chavismo.
Maduro propone -sin ofrecer hasta la fecha mayores detalles- una reforma a la Constitución para -ha dicho- apuntalar el poder comunal. ¿Nacerá así la VI República?
No hay sexta república, porque no hubo una cuarta ni una tercera. Solo hubo una República, a partir de la secesión colombiana, que han llevado los chavistas al cementerio. La trascendencia histórica del liderazgo de María Corina Machado y de su equipo consiste en el hecho de proponer el retorno del camino liberal, o del liberalismo que ha sido la esencia de las deliberaciones nacionales desde la fecha natalicia de Venezuela. Si hacía falta una explicación convincente de ese liderazgo, te ofrezco esa.
Una nueva Constitución es lo de menos, en la medida en que no consiste en algo realmente novedoso en el proceso intencional de destrucción del republicanismo que se ha llevado a cabo desde el ascenso del teniente coronel. Un paso más hacia el abismo, pero no nos sorprendimos por el siguiente paso hacia el abismo. Estaba o está cantado, pero ni lo oímos ni le hicimos coro.
Cuando se habla de una transición para Venezuela, académicos y asomados citan los casos de Chile, Polonia, España y Sudáfrica, entre otros. ¿Por qué será que se habla tan poco del caso venezolano con el 23 de enero de 1958? ¿Quizá se trata de que se da por imposible una ruptura de ese tipo?
El 23 de enero de 1958 se llevó a cabo después del entierro del general difunto. El difunto de nuestros días está vivito y coleando, muy distante de la fosa. Los enemigos del difunto de ayer no solo eran jóvenes y vigorosos, sino que también contaban con una abrumadora simpatía popular. Hoy ni siquiera tenemos un programa de exequias. La realidad actual es tan novedosa que no depende de referencias a políticas del pasado, sino de seguir lo que hemos inventado en un ejercicio de resistencia como ninguno de nuestra historia, pero, por lo mismo, pletórico de enigmas, impredecible.
Por un lado se dice que Venezuela no será otra Cuba porque acumula una experiencia democrática que sumaría a su favor. Pero por el otro se advierte que esos 40 años de democracia civil fueron un paréntesis en una historia marcada por el militarismo y el autoritarismo. ¿Quién tiene más elementos en el ADN venezolano para ganar este pulso: la breve memoria democrática o la larga tradición autoritaria?
Sobre el ADN solo te puedo decir que existe y que se puede verificar en lo que hemos hecho contra el teniente coronel y contra su heredero. Primero, aprendimos a sobrevivir, y después lo hemos venido acorralando hasta obligarlo a perpetrar un fraude electoral sin precedentes y a olvidarse de los recatos en el área de las torturas, las mortificaciones, las desapariciones forzadas y la vulneración de los derechos humanos. Y lo hicimos sobre la marcha, sin pedagogos en el aula ni modelos a mano. Tal vez solo con la inspiración de María Corina Machado. Sin quebraderos de cabeza ni artilugios de última generación, cualquier laboratorio de la ciudad confirmará la existencia de ese ADN. Pero podemos garantizar su existencia hasta hoy, porque mañana será otro día.
