Ayuda Humanitaria en Venezuela: Del Asistencialismo a la Generación de Capacidades – Samuel Díaz

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*Este artículo  fue escrito antes del 28 de julio pero por motivos de seguridad duró más de 300 días en publicarse.

 


La ayuda humanitaria en Venezuela está lejos de terminar; de hecho, se estima que será necesaria por al menos los próximos cinco años, y todo está sujeto al cambio del modelo político y económico en el país. Enfrentamos desafíos significativos debido a una crisis multifacética que abarca aspectos políticos, económicos y sociales. La situación, exacerbada por la corrupción y la mala gestión, ha llevado a una grave desigualdad, pobreza y falta de acceso a servicios básicos, afectando la vida de millones de venezolanos. Este artículo explora las dificultades y propone enfoques integrales para transformar el asistencialismo en generación de capacidades, buscando soluciones sostenibles a largo plazo para las comunidades afectadas.

 

Cuando comienzas a trabajar con comunidades vulnerables y en proyectos humanitarios, lo primero que te dicen es: “no te apegues y aprende a dejar los sentimientos en casa”. Pero, ¿cómo uno se desliga y deja su humanidad guardada en una gaveta? ¿Cómo no emocionarse cuando ves a los bebés con los que trabajas en temas nutricionales crecer y la cara de alivio de sus madres? ¿Cómo no sonreír cuando ves progresos en pacientes en proyectos de salud o agua? ¿Cómo no alegrarte cuando los niños en las escuelas pueden ser niños nuevamente?

 

Sin embargo, así como hay luz, también hay oscuridad, porque esa es la dualidad del mundo humanitario. ¿Cómo no indignarse cuando oficiales del régimen amenazan o se llevan el crédito de un proyecto que no es suyo? ¿Cómo no asustarte cuando te detienen en una alcabala, cargando insumos humanitarios, y te llenan de terror con el fin de extorsionarte? ¿Cómo no llorar cuando uno de los beneficiarios con los que trabajabas muere, o te enteras de la noche a la mañana que ya no está en el país, decidió migrar o se involucró en actividades ilícitas? ¿Cómo no sentirse abrumado cuando ves la niñez desaparecer de los ojos de los niños?

 

Esta es la dualidad que hoy vivimos en Venezuela y que he podido ver en los últimos siete años. Trabajar en estos contextos te expone a una montaña rusa emocional constante. Las alegrías y los logros son inmensamente gratificantes, pero las tristezas y las injusticias pueden ser devastadoras.

 

Siempre he pensado que cuando uno emigra, se convierte en embajador de su país, aunque no sea una responsabilidad que uno elija. Conozco a varios que se fueron huyendo, traumatizados por la situación, con heridas abiertas y solo querían desaparecer. Pero yo, como estudiante en la Universidad de Oxford, no podía permitirme no aprovechar la oportunidad para elevar y hablar de lo que sucedía en Venezuela.

 

Llevaba años trabajando en política y en el sector humanitario, pero siempre me dejaba fuera de base la pregunta: ¿Qué está pasando exactamente en Venezuela? Esa fue la misma pregunta que me hicieron no menos de 50 veces en la primera semana del postgrado.

 

En esos momentos, tu cerebro empieza a funcionar a toda velocidad. ¿Cómo armar el rompecabezas? ¿Por dónde empiezo? ¿La llegada de Chávez al poder en el 98? Pero Chávez fue una consecuencia, no una causa. ¿Voy más atrás? ¿Hablo de la constituyente del 99, de la elección de Arias Cárdenas vs. Chávez, del 11 de abril, de Carmona Estanga, del regreso de Chávez, del paro petrolero, de la elección presidencial del 2006 entre Maduro y Rosales, del cierre de RCTV, de la reforma y el movimiento estudiantil, de Capriles vs. Chávez, de la muerte del “comandante supremo”, de Capriles contra Maduro, de las protestas del 2014, de las elecciones de la Asamblea en el 2015, del boicot del TSJ en el 2016 y 2017, de las protestas estudiantiles en el 2017, del lúgubre panorama político de 2018 con una elección presidencial cuestionada y el apagón, la protestas, del gobierno interino del 2019?

 

¿Cómo resumir, en ese momento, 21 años de historia para explicar la emergencia humanitaria compleja? Más de una vez me responden: “Ah, es que yo pensaba que era culpa de las sanciones” o “Mierda… no sabía que eso estaba pasando en Venezuela”.

 

En un mundo simultáneamente afectado por crisis y emergencias humanitarias originadas por conflictos de gran magnitud, como la guerra en Ucrania, el conflicto palestino-israelí, la guerra en Siria y la arremetida talibán en Afganistán, que se pueden resumir en una sola frase, la situación en Venezuela se agrava cada vez más. La convergencia de estas crisis globales hace que materializar proyectos para acompañar la emergencia humanitaria que vive Venezuela sea cada vez más complejo.

 

La atención mediática y el enfoque de las organizaciones humanitarias están dispersos en múltiples frentes, lo que reduce significativamente el apoyo específico para Venezuela. Esta situación demanda una mayor creatividad y perseverancia en la búsqueda de soluciones viables que permitan atender las necesidades críticas de la población venezolana.

 

Este es el primer reto de explicar la emergencia humanitaria compleja en Venezuela, que ya tiene siete años decretada y que no va a cambiar mientras no exista una voluntad política de hacer los cambios de modelos. Cada año se necesita más ayuda, pero se tienen menos fondos. Este problema se divide en tres aspectos principales: la captación de recursos, el cierre de programas y el enfoque de los programas.

 

En cuanto a la captación de recursos, cada vez se vuelve más difícil atraer fondos suficientes para atender las crecientes necesidades. Adicionalmente, cuando las organizaciones internacionales deciden cerrar proyectos en Venezuela de manera abrupta, terminan generando más dependencia, aunque sus intenciones sean buenas. Estos proyectos, que han sido prolongados, resultan en soluciones aleatorias mientras no haya un cambio de sistema en Venezuela. El impacto negativo cuando se van es peor que cuando llegaron, porque no generan capacidades para que las comunidades tengan las herramientas necesarias para solventar sus necesidades. Además, muchas personas quedan desempleadas, perdiendo de la noche a la mañana sus ingresos competitivos.

 

El enfoque de los programas también juega un papel crucial. Muchas veces, los programas no están diseñados para fortalecer las capacidades locales, sino que se centran en la asistencia inmediata, lo que perpetúa la dependencia en lugar de promover la autosuficiencia. Por lo tanto, para abordar eficazmente la emergencia humanitaria en Venezuela, es esencial no solo aumentar la captación de recursos, sino también diseñar programas que se enfoquen en desarrollar las capacidades de las comunidades y asegurar una transición ordenada y sostenible cuando sea necesario cerrar proyectos.

 

La emergencia humanitaria compleja en Venezuela tiene muchas ramas y en este escrito intentaré dar luces sobre cuáles son los retos externos e internos y qué podemos hacer para dejar de crear dependencia y comenzar a generar capacidades.

Actualmente, la escasez, como en 2019, no es lo que define esta emergencia humanitaria compleja, sino que ahora hay desigualdad, precariedad y pobreza. Desde 2019, con la entrada de la ayuda humanitaria, las cosas han seguido empeorando, aunque sin esta ayuda estaríamos en una situación mucho peor. Venezuela está atravesando una de las emergencias humanitarias más devastadoras del mundo, resultado de una compleja mezcla de factores políticos, económicos y sociales. A diferencia de muchas emergencias humanitarias provocadas por desastres naturales o conflictos armados, la crisis en Venezuela es mayoritariamente de origen humano, resultado de años de mala gestión económica, agitación política y corrupción sistémica.

 

Pero, cómo se ve en números la Emergencia Humanitaria Compleja en julio de 2024? La mejor radiografía la provee el siguiente artículo “Hunger, healthcare, and schools: Reasons to leave Venezuela (along with a Maduro poll win)” publicado en The New Humanitarian en junio de 2024:

“La población de Venezuela es de 28.8 millones de personas. Los precios han aumentado debido a la inflación, y el salario mínimo está congelado en menos de $4. La dolarización no ha mejorado la economía, y las carencias de servicios básicos ahora afectan incluso a la capital, Caracas. Más de cinco millones de personas sufren desnutrición. Desde 2015, el PIB ha caído un 80% y el salario mínimo un 95%. Según Susana Raffalli, el “60-80% de personas en áreas pobres han recurrido a estrategias de afrontamiento negativas, como lo es vender productos personales (ropa, joyería, electrónicos) para poder comprar comida)

 

El sistema de salud está colapsado. Provea reporta una reducción de capacidad del 80%. Convite señala que la escasez de medicinas alcanzó el 28.4%. Médicos por la Salud informa que el 40% de los quirófanos no funcionan y hay un 74% de escasez de suministros quirúrgicos. El racionamiento de agua afecta a 20 millones de personas, y los cortes de electricidad afectan al 62% de la población.

 

La infraestructura educativa está deteriorada. Hay una falta de maestros y de transporte público, y los programas de comidas escolares son insuficientes. El 40% de los estudiantes entre 3 y 17 años asisten a la escuela de manera irregular.

 

En su informe anual de 2023, HumVenezuela reportó que 20.1 millones de personas necesitaban asistencia humanitaria y protección, 400,000 más que en 2022. Durante la primera mitad del año pasado, solo se financió el 14% del Plan de Respuesta Humanitaria (HRP) de la ONU, siendo el segundo más subfinanciado a nivel mundial. La respuesta mejoró en la segunda mitad, permitiendo financiar el 52.9% del HRP. Organizaciones internacionales de ayuda, como la Organización Panamericana de la Salud, USAID, el Programa Mundial de Alimentos y otras agencias de la ONU, operan en Venezuela, pero enfrentan constante interferencia y acoso por parte del gobierno. La asistencia proporcionada no es suficiente para satisfacer las necesidades.

 

En octubre pasado, el Secretario General de la ONU, António Guterres, dio luz verde para que la ONU comenzara a administrar un fondo fiduciario estimado en $3 mil millones para abordar las necesidades de emergencia en Venezuela. Los fondos provendrían de activos congelados de Venezuela en el extranjero. Sin embargo, el fondo fiduciario estaba ligado a las negociaciones políticas entre el gobierno de Maduro y la oposición. El 17 de octubre, el mismo día en que se autorizó la creación del fondo fiduciario, Maduro y la oposición firmaron un acuerdo en Barbados, allanando el camino para elecciones libres este año y llevando a los EE.UU. a aliviar las sanciones petroleras a Venezuela. Pero a medida que la oposición ganó fuerza, Maduro comenzó a ignorar el acuerdo de Barbados, los EE.UU. reinstauraron las sanciones y el fondo fiduciario quedó en el limbo. En julio de 2024, solo se había financiado el 9.5% del HRP de Venezuela para 2024.”[1]

 

Más de siete millones de venezolanos han huido del país, creando una significativa crisis de refugiados en los países vecinos, especialmente Colombia, Perú y Brasil. Estas personas han dejado atrás sus hogares, familias y vidas en busca de seguridad y una mejor calidad de vida. La continua lucha de poder entre el gobierno de Nicolás Maduro y las fuerzas de oposición ha llevado a sanciones internacionales y ha exacerbado la situación económica. La incertidumbre política deja a los ciudadanos en un limbo desesperante. Informes de ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias y represión generalizada de la disidencia han sido documentados por organizaciones internacionales de derechos humanos. La opresión y el miedo son una realidad diaria para muchos venezolanos.

 

El Plan Regional de Respuesta para Refugiados y Migrantes 2024 proporciona un panorama crítico sobre la situación de los venezolanos migrantes y refugiados en necesidad y el estado del financiamiento destinado a asistirlos. Más de 8.89 millones de venezolanos requieren asistencia humanitaria urgente, y se ha establecido un objetivo de asistencia para 2.93 millones de personas. Hasta el 30 de abril de 2024, se ha logrado asistir a 326.8 mil personas, lo que representa solo el 11.1% de la población meta a atender fuera de Venezuela.

 

El financiamiento y la asistencia internacional han sido cruciales, aunque las donaciones per cápita y el total recibido desde 2014 han sido insuficientes para cubrir las necesidades básicas de los migrantes y refugiados venezolanos. Comparando con otras crisis humanitarias, se observa una disparidad significativa en la asignación de recursos. En una presentación de 2021 de David Smolansky, se destacaron las siguientes cifras: los refugiados sirios han recibido un promedio de $5,000 per cápita, los refugiados de Sudán del Sur alrededor de $3,000 per cápita, mientras que los refugiados venezolanos significativamente menos, con un promedio de menos de $150 per cápita. Estas cifras reflejan la urgencia y la necesidad de aumentar los esfuerzos internacionales para proporcionar un apoyo adecuado a la población venezolana desplazada.

Para poner todo en perspectiva, según el Financial Tracking Service de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), en 2024 se estimó que se recaudaron 32.92 billones de dólares para ayuda humanitaria a nivel mundial. De ese monto, a Venezuela se le asignaron solo 192.8 millones de dólares, lo que representa apenas el 1.71% del total, un porcentaje insuficiente para la crisis humanitaria más grave de la región[2]. Además, el mismo servicio financiero de la ONU reflejó que para 2024, Venezuela requería 617 millones de dólares en fondos para asistencia humanitaria. Sin embargo, solo se recaudaron 193 millones, es decir, el 27.4% de lo necesario[3]. Si lo traducimos a términos prácticos, esto significa que solo aproximadamente 3 de cada 10 personas que necesitaban ayuda humanitaria recibieron apoyo.

 

Las diferencias en las donaciones totales por crisis humanitaria desde 2014 son notables. Siria ha recibido miles de millones de dólares en asistencia internacional, Sudán del Sur también ha recibido una cantidad considerable de donaciones, mientras que Venezuela ha recibido mucho menos en comparación, destacando una disparidad en la respuesta internacional.

 

El aumento de la cooperación con organizaciones internacionales como la ONU, la OMS y organismos regionales puede mejorar la efectividad de la entrega de ayuda. La diáspora venezolana, que permanece profundamente conectada con su país, puede desempeñar un papel vital proporcionando remesas, defensa y experiencia técnica. Las inversiones en agricultura pueden ayudar a reducir la dependencia de las importaciones y mejorar la seguridad alimentaria. Las asociaciones internacionales pueden ayudar a reconstruir la infraestructura sanitaria de Venezuela, proporcionar medicamentos esenciales y capacitar a los trabajadores de la salud.

Para enfrentar eficazmente la crisis, es crucial que el aumento de capacidades incluya un aumento significativo del financiamiento. Solo así se podrán cubrir las necesidades básicas de la población y avanzar hacia la recuperación. La continua lucha de poder y la falta de consenso político dificultan la implementación y sostenibilidad de los programas de ayuda humanitaria. La corrupción generalizada dentro del gobierno y las instituciones públicas obstaculiza el uso eficiente de los recursos de ayuda. Los altos niveles de criminalidad y violencia, incluidos los riesgos para los trabajadores humanitarios, complican la entrega de asistencia humanitaria. Las sanciones económicas limitan la capacidad del país para importar bienes necesarios y financiar esfuerzos humanitarios. Años de abandono han llevado al deterioro de infraestructuras críticas, incluidas carreteras, servicios públicos y servicios públicos, complicando la logística de la ayuda.

 

En el esfuerzo de socorro tras el tsunami del Océano Índico en 2004, la respuesta internacional fue rápida y los esfuerzos coordinados entre numerosas ONG y contribuciones financieras significativas. En la erradicación de la viruela, la OMS lideró una campaña global de vacunación que erradicó con éxito la enfermedad en 1980. Estos ejemplos muestran que la coordinación y colaboración entre organizaciones internacionales, gobiernos y ONG son cruciales para el éxito de las operaciones humanitarias.

 

El terremoto de Haití en 2010 mostró cómo la mala coordinación y la falta de infraestructura llevaron al uso ineficiente de los recursos. La hambruna en Somalia en 2011 destacó la importancia de sistemas de alerta temprana y la respuesta oportuna. Ambos ejemplos subrayan la necesidad de coordinación efectiva, rendición de cuentas y construcción de la capacidad local para asegurar que la ayuda llegue a quienes la necesitan.

 

La situación en Venezuela es una tragedia que requiere atención urgente y un enfoque multifacético. Para enfrentar la crisis y avanzar hacia la recuperación, es fundamental considerar varios aspectos clave que, en conjunto, pueden ayudar a aliviar la emergencia humanitaria y sentar las bases para un futuro más estable y próspero. Aunque es evidente que un cambio de modelo de gobierno facilitaría esta transición, la ayuda humanitaria seguirá siendo crucial. Con un gobierno más capaz y comprometido, la implementación de la ayuda humanitaria sería más fácil, efectiva y de mayor envergadura; dado pasos de proyectos de atención inmediata a proyectos enfocados en generación de capacidades.

 

Enfoque Integral Necesario

 

Abordar la crisis humanitaria en Venezuela requiere una combinación de resolución política, estabilización económica y apoyo social. La resolución política es esencial para restablecer la gobernabilidad y la confianza en las instituciones. Esto implica facilitar un diálogo inclusivo entre todas las partes interesadas, promoviendo un entorno donde se respeten los derechos humanos y se restauren las normas democráticas. La estabilización económica pasa por implementar políticas que frenen la hiperinflación, fomenten la inversión extranjera y reestructuren la deuda nacional. El apoyo social debe enfocarse en mejorar la calidad de vida de los venezolanos, garantizando el acceso a alimentos, medicinas y educación.

 

 Fortalecimiento de la Capacidad Local

 

Empoderar a las ONG locales y a las organizaciones de la sociedad civil puede mejorar la efectividad y sostenibilidad de los esfuerzos de ayuda. Estas entidades, al estar más conectadas con las comunidades locales, entienden mejor las necesidades específicas y pueden ofrecer soluciones más adecuadas y rápidas. Fortalecer su capacidad implica proporcionar formación, recursos financieros y apoyo logístico. Además, es crucial fomentar la colaboración entre las ONG locales e internacionales para asegurar una respuesta coordinada y eficiente. La creación de redes y alianzas estratégicas puede maximizar el impacto de las intervenciones y asegurar que la ayuda llegue a quienes más la necesitan.

 

Aunque las ONG y organizaciones internacionales juegan un papel crucial en la provisión de asistencia, su labor esencial es dotar a las comunidades de las capacidades necesarias para que, una vez finalizados los proyectos, estas puedan ser sostenibles y autosuficientes. Es vital que las comunidades desarrollen herramientas y habilidades que les permitan depender de ellas mismas. Esto no solo garantiza la continuidad de los proyectos a largo plazo, sino que también promueve el desarrollo local y la resiliencia ante futuras adversidades.

 

Proporcionar formación específica en áreas clave como gestión de proyectos, administración financiera, y técnicas agrícolas o comerciales es fundamental. Asimismo, dotar de recursos financieros, como microcréditos o fondos semilla, permite a las comunidades iniciar y mantener actividades económicas sostenibles. El apoyo logístico, incluyendo el acceso a tecnologías y infraestructura básica, también juega un papel determinante en el éxito de estos esfuerzos.

 

Fomentar la colaboración entre ONG locales e internacionales es crucial para asegurar una respuesta coordinada y eficiente. La creación de redes y alianzas estratégicas permite compartir conocimientos, recursos y experiencias, lo que maximiza el impacto de las intervenciones. Trabajar en conjunto no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también fortalece el tejido social y económico de las comunidades, asegurando que la ayuda llegue a quienes más la necesitan y que las soluciones implementadas sean duraderas y adaptadas a las realidades locales.

 

 Incluir Apoyo Psicológico para Trabajadores Humanitarios

 

Trabajar en terreno con comunidades vulnerables es una tarea que inevitablemente crea vínculos emocionales profundos. Los trabajadores humanitarios a menudo enfrentan situaciones traumáticas y desgarradoras que pueden afectar su bienestar emocional y mental. Es indispensable que se contemplen protocolos humanitarios que incluyan apoyo psicológico para todo el personal que trabaja en campo. Este apoyo puede incluir sesiones de terapia regular, grupos de apoyo y capacitación en habilidades de afrontamiento. Proporcionar estas herramientas es esencial para que los trabajadores humanitarios puedan lidiar con las situaciones difíciles y mantener su salud mental, lo que a su vez les permite continuar su trabajo de manera efectiva y sostenible.

 

El apoyo psicológico no solo ayuda a los trabajadores a mantenerse saludables y efectivos en su trabajo, sino que también asegura que puedan seguir proporcionando un apoyo de alta calidad a las comunidades a las que sirven. Es importante reconocer que la salud mental de los trabajadores humanitarios es fundamental para el éxito de cualquier intervención humanitaria. Los protocolos humanitarios deben incluir componentes de salud mental y bienestar para todo el personal, garantizando que tengan los recursos necesarios para lidiar con las situaciones difíciles que enfrentan y un espacio seguro para ventilar y apoyarse mutuamente cuando sea necesario.  Los trabajadores que están emocionalmente saludables pueden desempeñar sus funciones de manera más efectiva, lo que mejora la calidad de la ayuda que se brinda. Además, un entorno de trabajo que promueve el bienestar mental puede reducir la rotación del personal, asegurando que las comunidades reciban asistencia de profesionales experimentados y dedicados.

 

 Aprovechamiento de la Tecnología

 

Utilizar la tecnología para una distribución eficiente de la ayuda, monitoreo y comunicación puede mejorar significativamente la transparencia y el alcance de los programas humanitarios. Plataformas digitales pueden facilitar la gestión de recursos, el seguimiento de las necesidades de las comunidades y la evaluación del impacto de las intervenciones. Las aplicaciones móviles y los sistemas de datos en tiempo real pueden ayudar a identificar rápidamente las áreas más afectadas y coordinar la entrega de asistencia. Además, la tecnología puede mejorar la comunicación entre los diferentes actores involucrados en la respuesta humanitaria, asegurando que la información crítica se comparta de manera oportuna y efectiva.

 

Fomento del Diálogo

 

Alentar el diálogo entre el gobierno, la oposición y la comunidad internacional es crucial para crear un ambiente propicio para la recuperación y el crecimiento. Este diálogo debe ser inclusivo y basado en el respeto mutuo, buscando soluciones consensuadas que beneficien a toda la población venezolana. La mediación internacional puede jugar un papel importante para facilitar estas conversaciones y asegurar que se mantengan constructivas. Promover un diálogo abierto puede ayudar a desescalar tensiones, construir confianza y allanar el camino para la implementación de reformas necesarias. Además, un diálogo efectivo puede atraer el apoyo y la colaboración de la comunidad internacional, esencial para la recuperación económica y social del país.

 

Trabajar en el ámbito humanitario en Venezuela es una montaña rusa de emociones. Ver a un niño sonreír de nuevo, a un bebé crecer sano o a un paciente mejorar nos llena de esperanza y nos recuerda por qué estamos aquí. Pero también enfrentamos el miedo, la tristeza y la injusticia, y eso nos desgasta y nos rompe el corazón.

 

Venezuela es un país de contrastes, donde lo bueno y lo malo van de la mano. Nos convertimos en embajadores de nuestra tierra, llevando su historia y sus dolores a cada rincón del mundo. Con nuestras experiencias, intentamos construir puentes de comprensión y solidaridad, soñando con el día en que las preguntas sobre nuestro país no sean de confusión, sino de admiración por nuestra resiliencia y el cambio que hemos construido.

La crisis en Venezuela es compleja y multifacética, pero con un enfoque integral que combine la resolución política, la estabilización económica y el apoyo social, es posible aliviar el sufrimiento del pueblo venezolano. Fortalecer la capacidad local, proporcionar apoyo psicológico a los trabajadores humanitarios, aprovechar la tecnología y fomentar el diálogo son pasos cruciales para avanzar hacia un futuro más estable y próspero. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos, mostrando solidaridad y humanidad, para ayudar a Venezuela a superar esta crisis y reconstruir un país donde sus ciudadanos puedan vivir con dignidad y esperanza.

La historia de Venezuela es complicada, y cada uno de nosotros lleva una parte de ese relato. Al compartir nuestras vivencias, ayudamos al mundo a entender la magnitud de nuestra lucha y el valor de nuestra esperanza. Porque, a pesar de todo, seguimos creyendo en un futuro mejor. Nos queda mucho camino por recorrer, muchos obstáculos por sortear y muchos corazones por sanar. Pero cada paso que damos, cada pequeña victoria, nos acerca un poco más a ese sueño de ver a Venezuela renacer. Y aunque a veces sea agotador y abrumador, mientras tengamos fuerza, seguiremos adelante, convencidos de que juntos podemos construir un mañana lleno de luz y esperanza para todos.

[1] Mesones, G. & Reyes, I. (2024, Junio 25). Hunger, healthcare, and schools: Reasons to leave Venezuela as Maduro looks to poll win. The New Humanitarian. https://www.thenewhumanitarian.org/analysis/2024/06/25/hunger-healthcare-schools-reasons-leave-venezuela-maduro-poll-win

[2] https://fts.unocha.org/home/2024/countries

[3] https://app.powerbi.com/view?r=eyJrIjoiNGE3NGU5OWItNWIwYy00NGJlLWI5ZTUtNGJhYzBiYWVhNjlmIiwidCI6IjBmOWUzNWRiLTU0NGYtNGY2MC1iZGNjLTVlYTQxNmU2ZGM3MCIsImMiOjh9&pageName=ReportSection41093ce46c53210880ac