El reencuentro con el garrote: de Teodoro Roosevelt a Donald Trump – Esther Mobilia Diotaiuti
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La situación ha sido más que cambiante. En tan solo 15 días, Estados Unidos ha reivindicado de una forma poco vista en las últimas décadas su papel hegemónico en América, retando a los aliados tradicionales y negociando con gobiernos que abiertamente habían antagonizado con Washington. Escribimos estas líneas a principios del mes de febrero de 2025 con la idea de caracterizar las bases fundamentales de la agenda exterior del presidente Donald Trump en América, pero debemos hacer la advertencia que el escenario continental continúa siendo fluido y todavía queda mucho por decir al respecto.
Una cosa es cierta, en las primeras de cambio resulta evidente el talante nacionalista y decidido del accionar de esta administración en política exterior, especialmente en América por lo que Trump declaró como una “emergencia nacional”[1] en la frontera y la necesidad de frenar la migración ilegal de latinoamericanos. Detener el ingreso de estas personas es proteger los intereses de los estadounidenses, pero para los americanos las motivaciones son aún más complejas. No se trata solamente de mantener a raya a los migrantes, sino de demostrar la hegemonía estadounidense en la región, con un estilo de recuerda al accionar de los presidentes como William Mickley y Teodoro Roosevelt, reconocidos por Trump como figuras importantes y caracterizados por desarrollar una política exterior agresiva hacia América Latina, como la que llevó a la guerra de 1898 contra España e intervenciones como las evidenciadas en el Caribe en el entresiglo.
Este ensayo procura identificar cómo las formas de ejercicio de hegemonía que Estados Unidos había aplicado en el pasado y que se sustentan en un accionar agresivo e interventor no han quedado solo para los libros de historia, sino que parecen reivindicarse en el gobierno de Donald Trump como la línea base para negociar con los gobiernos latinoamericanos. De ahí que el garrote no está enterrado, está presente en el discurso y el accionar de los nuevos líderes de Washington y la historia nos sirve de parámetro fundamental para comprender la dinámica de nuestro presente.
Excepcionales, más que nunca
En el discurso político, la idea de retomar la grandeza del pasado ha tenido resonancia. Durante la campaña electoral, afincándose en la crisis que Estados Unidos ha tenido en los últimos años y en el retroceso de la influencia que otrora había tenido en el mundo (y aquí una clara referencia a China como el gran rival en términos económicos), Trump hace énfasis en un discurso nacionalista que toca la fibra al plantear la construcción de un liderazgo como el de antaño, atribuyéndole a los migrantes y a la mala administración de turno la razón de los problemas. La gente respondió a este discurso, y en medio de atentados, campañas mediáticas agresivas y una crisis de liderazgo en el partido Demócrata, el 5 de noviembre de 2024 Donald Trump ganó las elecciones al obtener el voto de 312 colegios electorales y del 49,8% de los estadounidenses.
Una conclusión resulta clara: desde el 20 de enero, en su discurso de juramentación como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump ratificó que su país “florecerá y volverá a ser respetado en todo el mundo.”[2] Hacer esta afirmación, más allá de las figuras retóricas que caracterizan estos eventos, no es solo una estrategia para marcar diferencias con respecto al pasado, sino una confirmación de los aspectos más representativos de la política exterior bajo esta nueva administración. En palabras de Trump, la idea de ser “más excepcional que nunca” parece ser una reafirmación de la naturaleza del liderazgo histórico que los Estados Unidos ha tenido en el continente americano, anclada a la categoría del excepcionalismo, la cual explica cómo el país ha tenido un crecimiento notable a lo largo del tiempo que lo diferencia cualitativa y cuantitativamente de sus pares[3]. Visto así, la idea de retomar la grandeza estadounidense implica reajustar ese liderazgo, siguiendo, en alguna medida, el modelo del pasado, y desarrollando, por ahora con unas primeras palabras y acciones, una política agresiva e intervencionista que no deja lugar a dudas cuáles son los objetivos de la nueva administración.
Bajo esta premisa, la excepcionalidad sustenta cuál es el orden de las cosas, al menos en el discurso trumpista esto resulta muy claro: la manera en la que Estados Unidos debe actuar en América se basa en un liderazgo histórico en donde debe hacerse visible la doctrina del Destino Manifiesto: construir una gran nación que se sabe intrínsecamente excepcional sólo puede hacerse a través de la expansión, también territorial, y el sometimiento de aquellos que se consideran inferiores. Desde su independencia y durante el siglo XIX este fue uno de los paradigmas que inyectó fuerza al proceso de conquista y expansión hacia el oeste, llevado adelante a través de conflictos bélicos en contra de británicos, españoles, mexicanos y pueblos indígenas y que bien avanzado el decimonono llevó a reforzar la idea de intervención en zonas como el Caribe y Centroamérica, áreas de clara influencia de los Estados Unidos. Precisamente en gobiernos como los de William McKinley y Teodoro Roosevelt, una política exterior agresiva y sustentada en estas premisas supuso para los vecinos del continente el tránsito por episodios traumáticos de intervenciones, bloqueos y pérdida de soberanía, todo ello llevado adelante por Estados Unidos, y que son palpables en la historia y en el presente de estas repúblicas.
Con esto no queremos decir que la historia se repite y que Trump será igual a sus presidentes heroicos. De hecho, quienes estudiamos la ciencia sabemos que el presente no es una copia al carbón del pasado, sin embargo, en este caso resulta significativo cómo los discursos y las estrategias de antaño, que se habían considerado superados por parte de Estados Unidos, se encuentran aún presentes en la mente de sus políticos. Si en el pasado no se habían aplicado tal como observamos en nuestros días, puede deberse más bien a un cambio de paradigma en política exterior que, de acuerdo a las últimas acciones, se debería considerar superado. Proponer la fusión con Canadá[4], la compra de Groenlandia[5], sugerir cambiar el nombre del Golfo de México por Golfo de América[6] y amenazar con aranceles a socios históricos cuando no aceptan las solicitudes de Estados Unidos es una muestra de cómo, al menos en el discurso, la prioridad se encuentra en la demostración de fuerza, en la idea de una nación excepcional que sistemáticamente debe ratificar su superioridad.
América según Trump
La conclusión a la que se puede llegar en estos primeros días de mandato es que para Trump el continente tiene que cooperar con Estados Unidos, so pena de recibir sanciones. Bajo este punto de vista, la América de Trump (no el nombre polémico de Estados Unidos, si no el continente), se define entre los aliados, es decir, los que siguen las directrices de Washington, y los rivales, aquellos que desconocen sus medidas. En este juego entre bueno y malo, blanco y negro, aliado y enemigo, el espacio para la negociación y la cooperación entre los Estados resulta muy limitado, lo cual puede ser contraproducente para la continuidad y estabilidad de la democracia hemisférica.
En un poco más de quince días, a nivel continental el mayor problema es el de la migración ilegal de latinoamericanos a Estados Unidos. Ya desde la campaña electoral Donald Trump ha dejado claro que la llegada ilegal de personas a su país es una de las mayores preocupaciones de la administración, además de un acto criminal. En alguna medida, la relación de Estados Unidos con los países de América Latina, especialmente los de Centroamérica y el Caribe se define por este fenómeno. Más aún, en la actualidad ya no es solamente un problema del Departamento de Estado, sino que la presencia de esas personas en Estados Unidos y de las bandas delictivas, aspecto que mediáticamente ha sido reforzado a todos aquellos que cruzan la frontera, termina afectando la situación interna y es, a los ojos de esta administración, una política desarrollada de manera sistemática por la administración de Joe Biden[7]. Por lo tanto, si la oferta es reconstituir el orden perdido, los migrantes deben volver a su tierra de origen y los gobiernos de América Latina deben hacer que esto ocurra en las condiciones que establece Washington.
Este es uno de los aspectos más preocupantes de las primeras semanas de gestión. La política de Trump se basa en un discurso agresivo que no distingue entre Estados, ni reconoce el papel de las alianzas históricas. Con un verbo agresivo, países como Colombia, en cuestión de horas y luego de un cuestionamiento de unas declaraciones de Gustavo Petro por redes sociales, fue amenazado por Estados Unidos con el incremento de aranceles y el cierre de emisión de visados para viaje[8] si no acordaba seguir las directrices en materia migratoria que se habían fijado. Bogotá finalmente aceptó las medidas de Washington: transportar de regreso a su país a las personas que habían sido capturadas por el servicio de control de inmigración. Panamá, luego de las presiones de Washington, el cuestionamiento de su política económica y del uso del canal (bajo completa administración de la república centroamericana desde 1999) tuvo que abandonar su participación en la llamada “Ruta de la Seda” y dar prioridad de paso a los barcos estadounidenses por el canal[9]. Canadá, país con el que Estados Unidos se encuentra involucrado en una guerra comercial, en la actualidad vive un repunte del sentimiento nacional[10] como consecuencia de la amenaza de imposición de tarifas, una medida que también ha declarado querer aplicar con México (25% a las importaciones), aunque en el caso de ambos países ha decidido suspender la medida por un mes[11].
Mientras esto se produce con países con los cuales Estados Unidos ha tenido relaciones estables y productivas a lo largo de las décadas, con Venezuela, la dinámica ha sido distinta. Si bien en declaraciones de diversos representantes se ha cuestionado la continuidad del gobierno del presidente Nicolás Maduro, en la práctica, de los contactos más protocolares que Washington ha llevado adelante en los últimos días ha sido precisamente en el marco de la visita a Caracas del Enviado Especial para Venezuela, Richard Grenell, evento en el que se discutió la continuidad de las inversiones de la petrolera Chevron en el país, la coordinación de los repatriados, la liberación de estadounidenses cautivos y el mantenimiento de canales de comunicación. La imagen del encuentro le ha dado la vuelta al mundo y ha dejado claro el peso de la administración venezolana actual y de los aliados internacionales que la respaldan[12].
De la intensa agenda de Estados Unidos en las primeras semanas no hay nada escrito con tinta indeleble. Si bien es muy pronto para sacar conclusiones, parece quedar claro que el garrote puede ser empleado por Washington sin los miramientos del pasado y con la convicción de poder lograr los objetivos planteados, incluso si esto implica elevar el tono del discurso con países considerados aliados. Con una política exterior pragmática e impositiva, lo que pudiera pasar es que sean otros actores los que terminen capitalizando el liderazgo que Estados Unidos había construido de forma más o menos sistemática desde finales de la Guerra Fría. Quedará por ver cómo Washington hace frente a la influencia de China en América Latina y cómo procura construir consensos, así sea solo en el papel.
[1] “Discurso de toma de posesión del presidente Trump”, 20 de enero de 2025, U.S. Department of State, recuperado de: https://www.state.gov/translations/spanish/discurso-de-toma-de-posesion-del-presidente-trump/, fecha de consulta: 6 de febrero de 2025.
[2] Ídem.
[3] Para mayor información: Depkat, Volker, American Exceptionalism, Rowman & Littlefield Publishers, 2021.Lipset, Seymour Martin, American Exceptionalism, A Double-edged Sword, W. W. Norton, 1997. Tyrrell, Ian, American Exceptionalism, A New History of an Old Idea, University of Chicago Press, 2022.
[4] “Trump sugirió a Trudeau la integración de Canadá en EE.UU. para evitar los aranceles, según medios”, 3 de diciembre de 2024, EFE, recuperado de: https://efe.com/mundo/2024-12-03/trump-integrar-canada-a-estados-unidos-para-evitar-aranceles/, fecha de consulta: 6 de febrero de 2025.
[5] Kim, Minho, “¿Por qué Trump quiere Groenlandia?”, 8 de enero de 2025, The New York Times, recuperado de: https://www.nytimes.com/es/2025/01/08/espanol/estados-unidos/donald-trump-groenlandia-dinamarca.html, fecha de consulta: 6 de febrero de 2025.
[6] “Discurso de toma de posesión”, op. cit.
[7] Aleaziz, Hamed, “Trump Officials Move to Quickly Expel Migrants Biden Allowed In Temporarly”, The New York Times, January 23, 2025, recuperado de: https://www.nytimes.com/2025/01/23/us/politics/trump-immigrants-deportation.html, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.
[8] Correal Annie, Turkewitz, Julie y Genevieve Glatsky, “Qué ocurrió en Colombia con la crisis por las deportaciones de Trump”, The New York Times, 28 de enero de 2025, recuperado de: https://www.nytimes.com/es/2025/01/28/espanol/america-latina/colombia-trump-vuelos-deportacion.html, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.
[9] “¿Panamá se aleja de China?: Mulino promete prioridad a barcos de EE.UU. y suspender ‘Ruta de la Seda’”, France24, 3 de febrero de 2025, recuperado de: https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20250203-panam%C3%A1-se-aleja-de-china-mulino-promete-prioridad-a-barcos-de-ee-uu-y-suspender-ruta-de-la-seda, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.
[10] Seisdedos, Iker, “’Canadá no se vende’: la amenaza de anexión y los aranceles de Trump resucitan el patriotismo en el país”, El País, 9 de febrero de 2025, recuperado de: https://elpais.com/internacional/2025-02-09/canada-no-se-vende-la-amenaza-de-anexion-y-los-aranceles-de-trump-resucitan-el-patriotismo-en-el-pais.html, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.
[11] García, David Alire, Trevor Hunnicutt y David Ljunggren, “Trum pauses tariffs on Mexico and Canada, but not China”, Reuters, February 3, 2025, Recuperado de: https://www.reuters.com/world/us/trump-says-americans-may-feel-pain-trade-war-with-mexico-canada-china-2025-02-03/, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.
[12] Carquez, Celina y Luz Mely Reyes, “Paso a paso: ¿cómo fue la negociación entre Grenell y Maduro?”, Efecto Cocuyo, 6 de febrero de 2025, recuperado de: https://efectococuyo.com/politica/paso-a-paso-como-fue-la-negociacion-entre-grenell-y-maduro/, fecha de consulta: 10 de febrero de 2025.