Una oportunidad para la transición venezolana

Una oportunidad para la transición venezolana

Por Andrés Eduardo González | Daniel Chang

Publicado originalmente en La Gran Aldea , el 03 de octubre de 2025.

Venezuela se enfrenta a unas semanas críticas.

La flotilla de los EEUU en el Caribe, las acciones contra el narcotráfico y la posibilidad de acciones militares directas en contra del régimen de Maduro presentan el mayor nivel de presión externa al que se ha enfrentado el chavismo en su historia.

Los repetidos intentos del chavismo de tender puentes con Donald Trump, a través de Richard Grenell, siguen sin dar frutos y ninguno de los aliados tradicionales del régimen (ni siquiera Cuba) está dispuesto a dar poco más que apoyo retórico.

Todo esto ha puesto al chavismo en un nivel de paranoia sin precedentes.

Maduro sabe que las probabilidades de evitar una acción estadounidense son mínimas, por eso ha movilizado su aparato represivo para asegurar su poder dentro del país. Ha desplegado a sus milicias, incrementado detenciones y anunciado un Estado de Conmoción Exterior.

María Corina Machado, la líder de la oposición, sigue en el país organizando a los venezolanos para aprovechar la ventana para el cambio político que podría abrirse en las próximas semanas.

Esta ventana de oportunidad será de corta duración. Estados Unidos no va a mantener su operación en el Caribe indefinidamente y necesita una victoria clara y rápida.

Y la oposición sabe que el esfuerzo que empezó en octubre de 2023 y se consagró en julio de 2024 es irrepetible.

Es en este tipo de escenarios límite donde se pueden dar las oportunidades del tan ansiado cambio político.

Destructores en el Caribe, paranoia en Miraflores

Hasta hace unos pocos meses, ni el venezolano más optimista hubiese predicho una operación de EEUU en el Caribe de esta magnitud. Y había buenas razones para estar escépticos.

El gobierno de Donald Trump mantuvo una política confusa y contradictoria con Venezuela durante el primer semestre de 2025.

Se hizo evidente que hay dos alas opuestas en el caso Venezuela: el ala dialogante, comandada por Richard Grenell, y el ala fuerte, comandada por el Secretario de Estado, Marco Rubio.

En los primeros meses parecía que Grenell tenía más influencia.

El embajador fue recibido con honores en el Palacio de Miraflores, negoció intercambios de rehenes e impulsó la renovación de las licencias a Chevron.

Sin embargo, luego de esa renovación y la liberación de los últimos secuestrados estadounidenses, el tablero cambió drásticamente.

El ala Rubio está firmemente al mando y ha ejecutado una estrategia de presión narrativa y militar en contra de Nicolás Maduro.

La flotilla en el Caribe destruyó la ilusión de estabilidad tiránica del chavismo y ha llevado el miedo directo al Palacio de Miraflores.

Una victoria rápida y decisiva

El Secretario de Estado ha apostado buena parte de su capital político en esta operación. Por ende, no hay dudas de que EEUU buscará una victoria política contundente. Y mientras más rápido, mejor.

No podemos saber cuánto tiempo durará la operación estadounidense en el Caribe.

Una nueva crisis en Medio Oriente, Ucrania o el Pacífico podría forzar al Departamento de Guerra estadounidense a redirigir esfuerzos a otro teatro de operaciones.

Legalmente, el presidente de los EEUU tiene 60 días desde que notificó al Congreso sobre el inicio de hostilidades para actuar sin necesidad de un voto legislativo. Esa notificación se hizo este jueves 2 de octubre.

Además, la debilitada ala de Grenell tratará de operar en contra de la operación antinarcóticos si esta no trae resultados rápidos e indiscutibles.

Si EEUU quiere una victoria clara y contundente en su operación en el Caribe, debe aprovechar el momentum y ampliar sus acciones en contra del Cartel de los Soles más pronto que tarde.

La declaración de guerra contra los carteles de la droga y el vuelo de aviones de combate estadounidenses en el espacio de identificación aérea de Maiquetía apuntan, sin duda, a una acción militar de más envergadura.

Una acción en territorio venezolano pondrá a prueba la cohesión del chavismo, que jamás ha enfrentado una amenaza de este tipo.

El desgastante estado de alerta permanente

La avanzada internacional ha puesto al chavismo en un estado de alerta máxima permanente. No en vano Diosdado Cabello ha impuesto un nuevo lema en sus alocuciones recientes: “Dudar es traición”.

En uno de sus programas Con el Mazo Dando, Cabello apareció frente a decenas de altos oficiales militares y lanzó una advertencia pública: habló del “chupacabras”, un dispositivo para vigilar teléfonos, en un tono que oscilaba entre la burla y la intimidación. “Preocúpense que me entero de cosas”, afirmó, ante las risas nerviosas de los oficiales militares presentes.

El nerviosismo es palpable. En las últimas semanas se han reportado razzias internas en la Fiscalía, rumores de detenciones militares, el anuncio de un Estado de Conmoción Exterior, declaraciones de Maduro desde búnkeres y ejercicios militares simultáneos en Caracas y otras ciudades del país.

Este estado de alerta permanente no es sostenible. En el mediano plazo, comenzará a minar las capacidades del régimen, puesto que desmoraliza y desgasta a miembros del círculo chavista.

El profesor Jorge Lazo lo sintetiza con claridad: cuando el poder es puramente coercitivo, tiende a erosionarse.

Si la presión se sostiene y la oposición mantiene su organización, la tensión creciente dentro del oficialismo podría llevarlos a cometer el error que conduzca a su fractura.

“La transición ya comenzó”

Uno de los puntos de la narrativa del Comando ConVzla en las últimas semanas ha sido el programa de gobierno Venezuela Tierra de Gracia.

En La Gran Aldea, académicos han explicado el programa de gobierno bajo un liderazgo democrático, desde el tema petrolero hasta seguridad e inteligencia.

Asimismo, Jesús González Sevilla y el influencer Kilómetro han hecho una serie de entrevistas en lives de TikTok, invitando a miembros del Comando a hablar de estos temas para un público menos especializado.

El énfasis del Comando en la transición es una señal clara de que la lucha por la libertad, la democracia y la estabilidad de Venezuela es un proceso liderado por venezolanos.

Al mostrar que existe un proyecto de país estructurado, viable y en manos de un liderazgo civil legitimado en las urnas, se busca reforzar la idea de que Venezuela no está condenada a ser “otro Haití”.

Esta narrativa apunta tanto a los sectores más escépticos del movimiento MAGA —reacios a comprometer recursos militares estadounidenses en el extranjero— como a decisores del Estado venezolano, a quienes durante años se les ha vendido la idea de que solo Maduro puede “garantizar la paz”.

Esta narrativa programática funciona como una hoja de ruta que desmonta ese falso dilema entre autoritarismo y caos, que podría inhibir a ciertos actores de tomar acciones contundentes en Venezuela.

El factor decisivo: la organización clandestina de los venezolanos

Aunque la presión militar y diplomática ejercida por Estados Unidos es crucial, en tanto representa una amenaza creíble sobre las cabezas de los jerarcas chavistas, el cambio está siendo construido en Venezuela, con decenas de miles de venezolanos organizados para hacer frente al Estado de terror que vive el país desde el 28 de julio de 2024.

María Corina Machado lo dijo con claridad en un mensaje el 28 de julio de 2025: llamó a los ciudadanos a organizarse en la clandestinidad, a los oficiales de la Fuerza Armada a crear grupos de confianza extrema y a los policías a prepararse para actuar en el momento decisivo.

Todos los venezolanos, militares y civiles, tanto dentro como fuera del país, deben prepararse para lo que Machado ha llamado una “acción cívica”.

Este tipo de organización clandestina ocurre en pequeños núcleos descentralizados, usando herramientas de comunicación segura y en la que cada grupo tiene tareas específicas que cumplir.

Esta organización silenciosa ha seguido avanzando, preparándose para emerger cuando las condiciones estén dadas.

Una ventana de oportunidad para Venezuela

Todos los factores que hemos mencionado no pueden mantenerse indefinidamente. De una manera u otra habrá una resolución. La apuesta es máxima.

Si el chavismo logra sobrevivir este ciclo de presión de los Estados Unidos, Maduro se anotaría una tremenda victoria propagandística para sus filas y su imagen de invencibilidad será blindada. El dictador lo sabe, por lo que ha aumentado su brutalidad opresiva.

En las últimas semanas hemos visto desapariciones forzadas contra familiares de dirigentes y activistas, reportes extraoficiales de traslados de presos políticos a casas clandestinas y una serie de ejercicios militares en todo el país.

Si sobreviven a este ciclo de presión, estas horrendas prácticas arreciarán aún más contra la disidencia venezolana.

Históricamente, el chavismo ha logrado sobrevivir distintos ciclos de presión interna e internacional, como la rebelión popular del 28 y 29 de julio y la ronda nicial de sanciones de 2019.

Sin embargo, nunca han enfrentado una presión internacional que vaya más allá de las sanciones y los comunicados de cancillería. Combinada con movimientos internos coordinados por el valiente liderazgo de María Corina Machado, esta presión genera una oportunidad inédita para lograr el colapso del chavismo.

Si este ciclo de presión logra sobrepasar al chavismo, la nación venezolana estará un paso más cerca de que las barbaridades de la dictadura sean parte del pasado.

Está en manos de los venezolanos convertir esta etapa límite en un hito histórico que conduzca a la transición a la democracia.